Los contrastes no pueden menos que llamar la atención. Nos vamos a referir a lo que sucede en el perímetro histórico de la ciudad de Chihuahua. Esta mañana, a unos cuantos metros del edificio del Congreso del estado y la Catedral se encontró el cadáver, debidamente guardado en bolsas negras de las que se usan para tirar la basura, de una persona cuyo nombre aún se desconoce. El cuerpo, de acuerdo a diversos reportes, muestra signos de tortura y lesiones letales con arma blanca en el cuello. Al homicidio se le impuso el sello que emplean quienes aparte de matar quieren hacer escándalo y de esa manera el cadáver fue arrojado a la vía pública. La policía, conforme a inveterada costumbre, llegó después y “acordonó” el lugar sin razón alguna, más que todo para dar la apariencia de trabajo.
Casi con simultaneidad, en la Plaza Mayor, el cacicazgo estatal y el municipio montaron una escenografía con un cúmulo considerable de patrullas para presumir el fortalecimiento del equipamiento municipal realizado a través de un negocio que no ha dejado satisfecho a los chihuahuenses y que se ha llevado a efecto sin información a la comunidad y mucho menos transparencia. Cualquiera pensaría que están trabajando en serio, pero el cadáver encontrado a unas cuantas cuadras de ahí, por contraste, los desmiente, más cuando ha crecido la delincuencia, en particular los robos que azuelan en prácticamente todas las colonias. Es más que elocuente el que se practica para sustraer llantas de vehículos que se transmutan en tres o cuatro bloques de cemento, sin que la municipalidad prevenga nada y mucho menos haya líneas reales de investigación en un delito que puede ser tan obvio porque se lucra con neumáticos y rines que necesariamente se tienen que comercializar en alguna parte, pues obviamente no se trata de un maniático coleccionista.
El analista Javier Garza Ramos, de la región lagunera (Torreón, Gómez Palacio, Lerdo), ha dicho con datos duros que el afán cosmético de gobiernos como el de Chihuahua está diseñado para engañar a la sociedad hablando de una paz simulada, que además se vende con el propósito de ganar una elección general, como la que se celebrará en junio de este año. Por cierto el analista cruzó una serie de información que tiene que ver con actuales procesos electorales (deuda, violencia, inseguridad, desapariciones, corrupción, crecimiento desmesurado de la burocracia) para demostrar, a final de cuentas, que los gobiernos del PRI, entre ellos el de César Duarte Jáquez, deben ser privados del refrendo ciudadano, es decir, derrotados en las urnas. En primer lugar porque la realidad de sus desgobiernos los condenan, pero sobre todo porque, según dijo Garza Ramos, “los gobernadores prefieren gastar el dinero en aparentar que no hay problemas que en resolverlos”. Cabe señalar que si esto circula a través de Televisa es porque ya la sangre llegó al río.
En castellano más claro, lo que se sugiere es darles un puntapié en el trasero a los Duartes y a sus hijastros del tipo de Enrique Serrano.