Gran alharaca trae Graciela Ortiz con su informe senatorial, quiero decir, sobre el evento en el que hubo más proyección personal que resultados. En realidad, si uno recorre el estado de Chihuahua, pareciera que ya está en una campaña formal por la gubernatura que con un afán informativo y de rendición de cuentas. Esto es una obviedad. Cerró su jornada dando muestras de la enorme capacidad para simular, pero no solo; también para defraudar la ley, porque siendo pretendiente del alto cargo, que dejará Duarte, lo que hace es prosélitos para engranar con lo que viene si resulta beneficiaria del dedazo que se está cocinando.

Pero donde el disimulo cayó por tierra es cuando ya en el discurso formal ante las “fuerzas vivas” se pronunció cual si fuera la campeona de la lucha contra la corrupción política. El cinismo de la senadora es inconmensurable. Ella ha participado de los tres últimos gobiernos priístas que ha tenido Chihuahua a partir de 1998, y lo ha hecho en cargos altos en la administración pública y también de liderazgo partidario, de tal manera que le atañen directamente las desmesuras corruptoras frente a las que se comportó como cómplice y seguramente también como beneficiaria. Que no nos venga, pues, con olor a santidad, impoluta, que tiene su historia y bien concreta.

Con Patricio Martínez simplemente calló y como mujer se comportó en clara traición a la perspectiva de género. Quién no recuerda que ella fue defensora de Patricio Martínez en grado de abyección. Luego, con José Reyes Baeza navegó en cargos de responsabilidad, y a la hora de que el duartismo gana la partida para 2010, se coloca en los primeros niveles, ocupa la Secretaría General de Gobierno y brinca a la senaduría con el apoyo del cacique. Ella es de las que guardó silencio absoluto frente al crimen artero de Marisela Escobedo y jamás ha tocado, ni con el pétalo de una rosa, a César Duarte en el tema de la corrupción, como tampoco lo ha hecho precisamente con el tema de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, o la de Malinalco, de Luis Videgaray, que son emblemáticos o simples puntas de iceberg de la profunda corrupción que lacera al país. Y con esos antecedentes, viene a engañar a Chihuahua, ofreciendo combate a las metástasis de la corrupción de la que ella es producto.

Ojalá y los ciudadanos, a su tiempo, valoren todo esto y se den cuenta que están frente a una simuladora, con un discurso de circunstancia, pero tan comprometida con el pacto de corrupción e impunidad como el que más.

 

 

Fraude a Newsweek en español y a sus lectores

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Y ahora que hablamos de esta pretendiente de la gubernatura, no está de más referirnos a lo que sucedió con la entrega de ayer de la revista Newsweek en español que se encarta en un periódico de cuyo nombre no quiero acordarme. El ejemplar que tengo en mis manos trae una sección a dos páginas bajo la cabeza (inusual en ese medio): “Brillante discurso de la senadora Graciela Ortiz”; se despliegan además dos fotografías: una, que la presenta en tribuna –cómo no–, y otra donde porta unos audífonos, ya que es integrante de la Unión Interparlamentaria Mundial, desde donde se hace buen turismo. Pues bien, estas dos páginas, aparte de desentonar con la calidad de la revista (se advierten mal impresas, que es lo de menos) interrumpen la secuencia numérica de la paginación, ya que de la 15 se pasa a la 38 y 39, agrediendo a Pitágoras; pero continúa, y páginas adelante aparecen, otra vez, las páginas 38 y 39, las que a todas luces son las reales de la revista y que se refieren a un artículo de Janine Di Giovanni sobre “El retorno de los dictadores”; y si vemos la paginación de la revista, la falsa página 38 fue impresa en su contraparte con la publicidad gubernamental del municipio de Chihuahua, y la 39 falsa con un anuncio del grupo inmobiliario Valles. Es decir, que podemos conjeturar dos hipótesis: o está patrocinada con dinero público y privado la precampaña de la senadora, o de plano el periódico de cuyo nombre no quiero acordarme está traicionando a los lectores que buscan Newsweek en español por la seriedad de la revista, cuyos directores son Andrés Tapia y Adriana Amezcua, y ambas cosas son graves. Y la razón es sencilla: Newsweek, más allá de la simpatía o no que se pueda tener por ella, es una ventana diversa que dominicalmente llega a los lectores, encartada en el rotativo, como para encontrar las mismas notas, fritangas y gacetillas con las que comercia dicho periódico.