Como lo hemos afirmado, César Duarte considera la Constitución política local como plastilina en sus manos; por ende, que puede cobrar las más caprichosas formas, de acuerdo al movimiento de sus dedos y al calor que también emana de su cuerpo. Mirando la historia constitucional de Chihuahua, me doy cuenta, sin ápice de duda, que las peores reformas que se han hecho son las realizadas de 2010 a este momento, en contenido y en forma de procesamiento; tal pareciera que el código básico es una especie de cartilla de algún club de rural municipio. Como se sabe, recientemente se publicó una reforma que pretende elevar el número de los famosos diputados plurinominales –a eso le llaman adefésicamente “congreso flexible” (¡más!)–. Es evidente que atrás de esa decisión está la orden caciquil, pero para lavar imagen, mal se había publicado la reforma constitucional, un sábado, cuando Duarte estaba ya, el lunes siguiente, iniciando una modificación para, supuestamente, reducir el número de diputados, y así quedar bien ante la sociedad.
Leí cuidadosamente la iniciativa duartista. Sin demérito para los vendedores de tacos de moronga, imaginé que un hombre con ese oficio la habría confeccionado. No tenía ni pies ni cabeza. Era una especie de galimatías revestido con citas del notable politólogo Peter Nohlen, que se aprovecharon como ropajes de sapiencia y lecturas jamás emprendidas. Presentada un lunes, la iniciativa de la reforma de la reforma fue desechada por los diputados, que jugaron a los titiriteros para dar muestras de división de poderes, pero exclusivamente acogiéndose a un libreto previamente elaborado. Simulación de simulaciones: un Duarte que aparenta no aumentar los diputados y un Congreso que aparenta no hacerle caso. Un bodevil y nada más. Bien se sabe que en materia de política, aquí sólo se practica el género chico, aunque ahora con el déficit de Hortensia.
¿A lo macho la firmó?
En cama de hospital, César Duarte firma iniciativa de ley para reformar la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado de Chihuahua, y aunque realmente de lo que se trata es de un pedestre cacicazgo, ajeno a una ley orgánica de ese tipo, ahora se presume la moneda falsa de que se creará una “secretaría” (dicen que no costará nada) de Innovación y Estrategia Digital contra la corrupción. Sí, leyó bien: ahora, mediando al alta cibernética, se busca controlar la corrupción en la tierra de la corrupción. Va una pregunta, nada digital: ¿por qué mejor no aclara Duarte de dónde sacó los 65 millones de pesos para apoderarse de un banco? Y otra más: ¿a lo macho firmó la iniciativa?