Desacreditado como está el PRD, particularmente en el estado de Chihuahua, el partido de Hortensia Aragón –así, literalmente–, en un giro en apariencia fortuito y más bien con una carga predictiva de oportunismo, está “pensando” y “discutiendo” una alianza con el Partido Acción Nacional con miras al proceso electoral 2016.
Eso dice ella. Porque los antecedentes de sus palabras revelan que un día dice una cosa y otro día lo opuesto, aunque esta palabra no necesariamente la convierte en opositora, sino todo lo contrario (nótese que los enredos verbales se pegan).
La cuestión es que mientras Hortensia Aragón prepara maletas para brincar de la diputación local (que no satisface en tiempo) hacia una curul en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, dejando “a cargo” a una suplente desconocida, Mónica Guerrero Rivera, la co-dueña del PRD en Chihuahua (no olvide que le debe obediencia al cacique mayor del estado, verdadero gerente del PRD), buscará patrocinar desde el Distrito Federal no perder el registro de ese partido en la entidad con una alianza con el PAN.
Salvar honestamente a un partido de oposición sería lo políticamente correcto; lo incorrecto ya lo vimos en las elecciones que la llevaron a ella al Congreso local: pactar, con el control de un partido traicionado en sus propósitos de lucha, una alianza con César Duarte, es decir, con el poder en turno –lo cual en sí mismo, en un país como México, ya no es una alianza sino una complicidad– sólo con el pretexto de “no perder el registro”. Las matemáticas minúsculas le salvaron el pellejo en ese proceso, pero en realidad la única ventaja fue salvarse a sí misma, a sus parientes insertados en posiciones clave dentro del partido, y el maicear a quienes le siguen sin darse cuenta de que el espíritu de izquierda que alguna vez se desplegó al interior ya no existe. Hoy vemos a un PRD –o sea, a una Hortensia Aragón– haciéndole casita, el trabajo sucio (¿acaso hacen trabajo limpio?) a los priístas en el Congreso del Estado, titireteando los asuntos de su jefe Duarte, sobre todo aquellos temas en los que los priístas no pueden o no quieren dar la cara. Ahí está, por ejemplo, el caso de la minigubernatura: Duarte mandó al ruedo a Hortensia y al final la dejó sola, haciendo el ridículo.
Tal vez esto explique (¿tan visceral será?) que ahora busque aliarse con el PAN, a pesar de que, con los maquillajes que acostumbra, declare que “hay una propuesta al interior del PRD a nivel nacional por parte de un grupo de perredistas que consideran, al igual que un grupo de panistas, que debiera revisarse la posibilidad de ir en candidaturas comunes o coaliciones en los Estados que tendrán procesos electorales en el 2016”.