eloy-vallina-22jul2015

Eloy S. Vallina fue señalado como un empresario de éxito en la afamada revista Fortune. Se trata de un empresario que no dio continuidad al viejo proyecto de su padre, y para prueba de ello ahí están extintas no pocas empresas con las que se reinició el desarrollo capitalista en el estado, a mediados del siglo pasado. Del poderoso banco sólo los edificios quedan y el recuerdo de un queso al que le faltaba un segmento del círculo que emblematizó las rebanadas que acostumbraban repartirse con el estado. Por eso no es extraño que la revista de los potentados lo tenga como uno de sus héroes. El señor ahora se dedica a la logística dentro de un capitalismo de compadres, como denominó al existente en México la periodista Denise Dresser.

Más que precursor del esquema neoliberal, Eloy Vallina es uno de los antecedentes frustrados del mirreynato existente en México, ese que cree mucho en el mercado y nada en el Estado regulador, porque precisamente ha crecido a la sombra de un Estado permisivo y depredador. Llama la atención al respecto que Vallina, le petit, nos explique lo exitoso que a su juicio han sido las reformas estructurales peñanietistas a las que cataloga como un incentivo para la inversión, el empleo y el propio crecimiento, cuando vemos que la primera ronda energética fracasó estrepitosamente en Europa durante el reciente viaje presidencial, y particularmente que él, este prócer de Fortune, no cruce el Rubicón y se inscriba con su capital en la exploración de aguas someras en el Golfo de México. Por algo será. Para él la trillada, ridícula y elusiva palabra sinergia parece no tener ningún significado real. Y es que se trata de esas sinergias que se reducen a que le hayan construido una carretera a San Gerónimo durante el patriciato, precisamente para que la logística en la que él piensa como empresario, no tenga obstáculos y hasta logre el aplauso de la revista de marras. Todavía nos deben una explicación de esa obra pública de privilegio.

Aquí, más que capitalismo de compadres encontramos un capitalismo restaurantero del tipo de La Casona, que vive del presupuesto estatal y da aliento a los sucesores del mirrey en cuestión. Mejor se hubiera dedicado a la pintura, aunque creo que jamás hubiera figurado en una revista francesa Revue de l´Art, para lo que hay que sudar en verdad. En Fortune, cualquiera. Si ya El Chapo salió en Forbes, qué más da.