Se les debe toda inclinación y sumisión, salvo la del entendimiento;
mi razón no está acostumbrada a doblarse y a inclinarse, sólo mis rodillas
-Montaigne
Jacobo Zabludovsky nació un año antes de la fundación del PRI. La Ciudad de México que llegó a conocer prácticamente al microscopio, lo vio llegar al mundo en 1928 y muy joven se convirtió en un referente, prácticamente presente en todo. Fue uno de esos periodistas que corrió en paralelo a la adopción de las nuevas tecnologías; quiero decir que muy pronto dejó la estilográfica de lado para buscar realizar su obra a través del cine, la radio y la televisión a la que se le asoció como principal figura nacional durante varias décadas a partir de 1971 cuando Emilio Azcárraga y Televisa fundaron el espacio noticioso 24 Horas.
Zabludovsky se formó como licenciado en Derecho, todavía al influjo de prominentes juristas que dieron gran aliento a los estudios jurídicos en la UNAM. También visitó la academia como profesor, pero su corazón lo llevó por la ruta del periodismo, recorriendo desde los sitios de simple auxiliar de noticieros hasta el estrellato que le reservó Televisa durante muchos años. En su última etapa, desde el año 2000, ya más libre de las ataduras, se mantuvo en la radio, pero sobre todo se mostró, a la manera tradicional y consagrada, de escribir una columna llamada Bucareli, calle por donde está la antigua todapoderosa Secretaría de Gobernación; y hasta se arrogó la facultad de abordar, como si no tuviera historia, el ejercicio de la crítica filosa y contundente, en particular cuando se tocaba a la Ciudad de México, de la cual formó parte del paisaje cotidiano.
Quienes gustamos del periodismo sabemos de su larga y compleja trayectoria. No olvidaré nunca que en el Cine Alcázar de Camargo, en los años cincuenta del siglo pasado, veíamos su noticiero cinematográfico El mundo en marcha, y desde ese balcón nos enterábamos de un universo ya inmerso en la Guerra Fría. Después me di cuenta de que él era un profesional del anticomunismo en esa confrontación bipolar, pero también veíamos campeonatos de futbol, avances científicos, el mundo de las divas, de la vida social y, por encima de todos ellos, a los grandes políticos mexicanos en la cima del poder. Recuerdo vivamente a Adolfo López Mateos inaugurando obras al son de la pieza Lindas mexicanas. No toleraba la sección de toros ni de balompié y siempre me reconfortaba con la humorada con la que semanariamente concluía el rollo que religiosamente se proyectaba cada semana en la bautizada pantalla de plata, de esa sala de cine pueblerino de la que mi padre era el cácaro.
Sé de la conseja de que en momentos adversos las palabras muerden, pero no puedo olvidar que durante muchos años Zabludovsky fue el rostro más visible -prácticamente el único- de un autoritarismo y un partido hegemónico que se sustentó precisamente en el control de los grandes medios de difusión. Lo asocio a los años del presidente Gustavo Díaz Ordaz, del que fue consejero y funcionario en el área de difusión y relaciones públicas de la extinta Secretaría de la Presidencia. Pudo haber sido en 24 Horas, pero todavía no existía, cuando a través del Canal 4, la noche del 2 de octubre de 1968 Jacobo abrió su noticiario diciendo simplemente “hoy fue un día soleado”,
precisamente cuando Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez, Corona del Rosal, García Barragán y Hernández Toledo recogían y ocultaban los cadáveres en la Plaza de las Tres Culturas. Para Jacobo en ese momento, la noticia era sólo el estado del clima. Conviene recordar en relación a este suceso, que al otro día Jacobo recibió una llamada del presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien le reclamaba el uso de una corbata negra que él interpretó como un símbolo de luto. “Señor presidente, yo uso corbata negra desde hace años”, le respondió el periodista (diez4.com).
Entre los periodistas de buena talla hay controversia sobre el papel desempeñado por Jacobo Zabludovsky. Con su proverbial generosidad, Raúl Trejo Delarbre, una de las grandes autoridades en medios de comunicación en nuestro país y periodista a la vez, ni lo absuelve ni lo condena -camino muy fácil, por cierto-, simplemente nos dice que este actor omnipresente en los últimos sesenta años no fue el vocero oficial del régimen. “Era el único noticiario nacional, no tenía competencia, por supuesto que eso lo convierte en el rostro más visible. El espacio de acción para los periodistas en general en esa época era muy reducido. Zabludovsky hacía su trabajo, no era un lector de noticias, era un verdadero reportero y era el más conocido. Padecía la censura, como todos. ¿Eso lo convierte en un vocero? Por supuesto que no”.
Hoy no pocos se desgarrarán las vestiduras. En lo particular me decanto por la visión que de esto tiene el científico Noam Chomsky: Zabludovsky fue uno de esos persuasores, profesional y refinado, sin los cuales los cimientos del autoritarismo mexicano, del anticomunismo militante, no se explica; empero, hay que reconocer que a diferencia de muchos otros que llegaron después o que se formaron a su abrigo, como Joaquín López Dóriga por ejemplo, él tenía ojo agudo, fino olfato para la noticia, conocimiento del país, vasta cultura y hasta delicada gastronomía. Lo que se extraña es que a su retiro, al inicio del reconocimiento de la liberalización, el pluralismo y la alternancia mexicana en el poder político, sus epígonos continuaron haciendo lo mismo, convertido en bagatela.
Quizá Zabludovsky nunca se propuso una ruptura. Para él, el 2 de octubre fue un día en el que el astro sol brilló, aunque el tiempo de México estaba muy nublado, y otro hombre en otro sitio se atrevía a romper ataduras con Díaz Ordaz: Octavio Paz en Nueva Delhi, abandonando la representación diplomática del país por la matanza aún sin esclarecer. En este marco, vale lo que dice el escéptico Montaigne: ni las corvas deben temblar, ni las rodillas doblarse.
3 julio 2015
Una biografia realista y una narrativa apegada a la realidad de los tiempos. felicidades
una biografia realista y un comentario consiente de la realidad felicidades
Muy buen articulo,
No soy conocedora del pasado de México, lamentablemente, pero este artículo me abrió un poquito los ojos para ver a nuestro país y a un personaje, excelente.