Se distribuyó en dos partes una entrevista a Karina Velázquez, vicepresidenta estatal del PRI, como si la primera hubiera generado tal interés y suspenso que todos estuviéramos impacientes por continuar la lectura de tantas “revelaciones”. En síntesis, lo que la vicepresidenta Velázquez quiere decir, es que su jefe no ha decidido “los tiempos” del 2016. Realmente estamos en presencia de un homenaje a la mediocridad política, a la acción de un partido que no lo es porque depende por entero del Estado y de la nómina y que continúa en su ambición de poder para seguir controlando el estado de Chihuahua para una caterva de políticos corruptos. Si leemos con atención la entrevista, y aclaro que lo hice por oficio más que por beneficio, advertiremos que ya el cacicazgo se quiere empezar a vestir con los ropajes de un cordero, propios para los lobos. En otras palabras, está marcando reglas a los aspirantes del propio PRI, cuando bien se sabe que ha empezado la cuenta regresiva del duartismo, y por eso quiere trasladar a otro momento una importante decisión en la que pudiera tener más posibilidades de mantener la rienda tensa.
Obviamente que ya empieza a haber “Broncos” por todos lados, y meterlos al cronograma duartista resulta indispensable. Habrá que esperar a ver si se dejan los destinatarios, que no es descartable, dada la abyección que los ha caracterizado de por siempre. Por lo pronto, el periódico, al dividir en dos la entrevista, casi casi creyó que se podían seriar como los episodios de aquellas aventuras conocidas como La invasión de Mongo.
Y ahora Duarte se nos hace intervencionista
Esto sucede cuando se traslapan los intereses de poder personales con las políticas públicas. Pasadas las elecciones y estando al borde de las decisiones para la sucesión de Chihuahua hacia el 2016, resulta explicable que tanto César Duarte como el aparato del DIF pretendan visitar casa por casa 71 colonias de la ciudad de Chihuahua a las que seguiría otras más y con pretensiones que nada tienen que ver con un plan de gobierno. en cuyo centro esté el interés de la sociedad y no el muy particular de instalar estructuras que después se aprovechan clientelarmente en las elecciones. En todo esto, desde luego que hay un chantaje de carácter moral y tiene que ver con los hechos que han ensombrecido al estado con el crimen de niño Christopher Márquez Mora y todo lo que ronda en torno a los sucesos ligados a Janet Aracely Rodríguez Jurado.
El Plan de Intervención Social (vaya nombrecito) no podría existir sin el establecimiento previo de “mesas especializadas”, presididas por expertos que “analizarán y diseñarán acciones”, con una temática que suena más a verborrea que a realidad. Además, ya se clasificaron las colonias, porque hay unas que se diagnosticaron al vapor como de “intervención inmediata”, y no son precisamente en las que la bonanza y la riqueza caracterizan el entorno. Desde el escritorio se toman mapas y se trazan polígonos con la pretensión de trabajar casa por casa, y como si los censos del INEGI no existieran, percatarse de cuántos miembros tienen las familias, el ingreso de las mismas (ni la burla perdonan), quiénes asisten a la escuela, ocupaciones laborales y, oh clientelismo de clientelismos, si hay goteras en el techo o falta piso de cemento.
Y ya muy municipalista (Garfio lo permite como buen pescadito nadador), se va a verificar si hay lotes baldíos con basura, carencia de luminarias, pavimentación y drenaje. En otras palabras, van a ir a ver la realidad que ya saben de cierto y a detalle que ahí está, por una razón adicional: las recientes brigadas del PRI hicieron los “peinados” correspondientes y hasta levantaron los planos del la clientela. Pero ahora sí, se requiere la intervención social, porque el estado no basta, que ahora se quiere ver desmintiendo aquello de que el poder es para poner y no para no poder. Demasiado tarde, junto con la recomendación de que es hora de trabajar y no de los lucimientos personales.
Pero la que se sacó el premio a la mejor declaración en todo esto es la señora Bertha Gómez (sí, la que vio que su marido firmaba un fideicomiso por 65 millones) porque nos dice que van a ir a esas 71 colonias “sólo a llevar intenciones de ayuda”. Eso sí, muy bien patrocinadas por su pensamiento ultraderechista y ultraconservador que se sustenta en una tradición que se describe así: “Los valores en las familias, que eran pasados de generación en generación, se fueron relajando hasta que los perdimos”. Aparte de que la autoría de esta basura ideológica la popularizó Chespirito, recientemente muerto, la dama nos la endilga creyendo que va a arrancar lágrimas de ternura entre los habitantes, pongamos por ejemplo, de Laderas de San Guillermo.
Se acabó la campaña. El abstencionismo golpeó severamente al PRI y por ello la campaña sigue; hasta se puede conjeturar que Berthita va para la “mini”. Y sin ver.
¿Sería Berthita o Pedro Hernández? claro, es una pregunta.
Y ¿QUIEN ES ESTA?