pri-parral-10jun2015

El PRI de Chihuahua carece del más elemental pudor político, si acaso se puede acuñar esta categoría. Se alzó con un triunfo electoral irrisorio, pírrico, y teñido indiscutiblemente por el altísimo grado de abstencionismo electoral que coloca a la entidad en el segundo lugar nacional (dato que en unas cuantas horas más podremos tener con exactitud matemática). CCN ha publicado una gráfica que compara las elecciones intermedias del salinato en 1991, para interpretar, a como van las cifras, que 2015 bate todo récord en ese lapso. El fenómeno en sí es de una gran complejidad si contemplamos a los estados como Baja California, Aguascalientes, y el propio Chihuahua, donde ya ha habido alternancias completas que debieran redundar en la revalorización del voto como un mecanismo para fincar responsabilidades a los gobiernos autoritarios y despóticos como el de Chihuahua, al frente del cual está el cacique Duarte.

Pero insisto, no hay pudor. Hoy, a plana completa, el PRI publica uno más de sus engaños, en este caso un engaño grave. No habla de su triunfo porque de acuerdo a su pensamiento totalitario, no fue el PRI el que se alzó con la mayoría en los distritos, no; como buenos totalitarios, ellos dicen que ganó Chihuahua. Y no se detienen ahí, convierten la elección en una especie de plebiscito que les da respaldo y aceptación hacia los gobernantes priístas, lo que señalan como premisa para enfatizar que seguirán moviendo a Chihuahua y a todo México. Sin sonrojo alguno, propalan la idea de que ganar en 8 de 9 distritos es una clara muestra de aprobación a un partido que da resultados. En otras palabras, lo que es el “triunfo” de la mayoría de sus candidatos que llegaron ahí por sus compadrazgos y complicidades, lo convierten en una aprobación plebiscitaria a una realidad que no estuvo ni ha estado a debate o deliberación en la sociedad chihuahuense para decidirlos en las urnas. En realidad, lo que el PRI defiende no es el sustento de su legitimidad, ¿quién puede decir que su poder dimanó del pueblo, cuando a lo más 2 de cada 10 ciudadanos en edad de votar lo respaldaron? Nade con sensatez podría afirmarlo y demostrarlo, pero eso es lo de menos para el priísmo. Lo que les interesa es el poder por el poder, la perpetuación de las camarillas corruptas y el mundo de los negocios, que fortalecen lo que se ha dado en llamar el capitalismo de compadres y también el mirreynato.

Lo que hace el PRI ahora es seguir propinando el engaño como forma de mantenerse en el poder. Así quieren perpetuar a la caterva gobernante. Ocultan que prácticamente 7 de cada 3 ciudadanos que figuraron en la lista nominal, no asistieron por la amplia gama de razones que pudieron mediar en la conducta colectiva e individual de los ciudadanos. Ocultan que de esos tres que concurrieron a las urnas, sólo una parte votó por el PRI, entre 1 y 2 ciudadanos. Y ocultan que dicha votación fue obtenida en grueso número a través de mecanismos compulsivos, con burócratas convertidos en obligados soldados del PRI, con triquiñuelas como promover el ausentismo de los funcionarios de casilla, retraso en la instalación de las mismas; y cuando todo esto estaba en marcha, la más cínica compra del voto con dinero en efectivo; hubo casos en que la oferta frisaba en los 2 mil pesos y la demanda en 1 mil, y al no trabarse la burda compra, se provocó todavía más abstencionismo. Conocemos de casos en los que nos han dicho: no nos llegaron al precio.

Entonces, ¿de qué enorgullecerse? Cabe la pregunta, ¿de qué ser ríe el PRI? Cualquier democracia de mediana calidad en el mundo estaría hoy de luto, pero ya los priístas despliegan sus banderas para decirnos que ganó Chihuahua, que ganó México.

Debieran entender todos, no nada más la camarilla priísta, que este es un apretón más de tuerca, que esto no puede continuar así, y que un día, más cercano que tarde, la gente se decidirá por romper el molde a como dé lugar, hacer otro para vaciar un nuevo bronce. Y eso, por lo general, en México, nunca se ha hecho de manera pacífica. Pero nada de esto le importa a los peñanieto, a los osoriochong o los cesarduarte. A ellos les interesa mantener sus alforjas llenas de dinero y el poder despótico.