duarte-30abr2015

Realmente vivimos en una paradoja: por un lado las instituciones dicen trabajar para la ciudadanía, pero les mienten; los servidores públicos afirman trabajar por la gente, pagando para que los medios divulguen sus palabras, pero les regatean derechos y libertades; los representantes populares sólo representan al cacique de mayor rango, aunque muchas veces sólo se representan a sí mismos; y sólo casos excepcionales de artistas, académicos, investigadores, políticos, intelectuales y periodistas mantienen a salvo la esencia digna de sus respectivas tareas y el compromiso con la crítica que representa el acicate evolutivo de las sociedades.

El enorme salto en reversa que el duartismo ha dado en sólo cuatro años a la vida democrática del estado de Chihuahua se traslapa con la vigorosa y férrea lucha de esos ciudadanos que todos prometen salvar (hasta de ellos mismos) pero que, ulteriormente, desprecian por incómodos, por gritones, por agitar la supuesta calma de ciudades que bullen, a veces silenciosamente, contra una clase política que les quiere despojar, aun en reproches, del elemental derecho de protestar y de decidir el mejor destino de ellos y sus comunidades. No se han dado cuenta que la sociedad chihuahuense ya es mayor de edad y que mentiras como las que cuenta César Duarte en tiempos de campaña en favor de eso que llaman partido, el PRI, nadie las cree.

Nada menos hoy nos desayunamos con su desvergonzada e irresponsable declaración en la que afirma que el Cártel del Juárez ha sido “eliminado al cien por ciento”. Como su desfachatez no tiene límite, el cacique no reparó en agregar que también la presencia del otro cártel, el de Sinaloa, ha sido “desplazado al 90 por ciento”. De modo que el país ya puede estar tranquilo: dos de los cárteles más poderosos de México, los que mueven quizá más de la mitad de la droga (tan solo el cártel de Sinaloa trafica el 50%, según CNN) en los diversos corredores criminales, dentro y fuera de la república, están aniquilados. ¡Eureka!

Como al orate de Horacio Duarte Jáquez le da por comparar a los sicarios con los disidentes de su gobierno, quizá por eso, del mismo modo que desapareció 65 millones de pesos para crearse su propio banco (todo indica que esa cantidad es apenas la punta de una gran madeja), así, facilónamente, lenguaraz como es su costumbre, borró del mapa a dos organizaciones criminales que únicamente él no ve que siguen haciendo de las suyas en la entidad. Tiempo al tiempo.

Por ahora me apropio de las palabras del cantautor español, Joaquín Sabina, de gira nuevamente en nuestro país: de México lo que me duele es su violencia y las esperanzas defraudadas.