carta-diario-20abr2015

A los redactores que escriben a nombre de El Diario de Chihuahua les es recomendable ver, en sesión compartida con todos los que trabajan ahí, la reciente y laureada película Selma, dirigida por Ava DuVernay. La moraleja de esta cinta, sin ser fábula de ninguna manera, es que los grandes movimientos ciudadanos surgen de pequeños núcleos que luego van creciendo hasta –en ciclos largos, medianos y cortos– verse coronados en triunfos rotundos y contundentes que marcan a sociedades enteras y a la humanidad completa. Selma nos habla de la histórica lucha que encabezó Martin Luther King, pero lo mismo podemos decir de la gesta de Nelson Mandela y los no pocos ejemplos de las resistencias a los totalitarismos. El Diario no entiende que la cantidad en sí misma no es el mejor criterio para valorar la trascendencia, mucho menos ese carácter consagratorio que se le quiere dar a los medios, y en este caso a uno sobradamente mediocre. Los movimientos del corte de Unión Ciudadana cuentan con el concurso de cantidades suficientes a sus metas y, los pocos, con el tiempo se convierten en los muchos, pero la esencia de las cosas está en otra parte y es precisamente la que se trata de velar, ocultar, seguramente para querer hacer del silencio pernicioso la salvaguarda del régimen de corrupción e impunidad, al menos el de esta región.

Unión Ciudadana no ha levantado en armas a nadie, porque precisamente no quiere apelar a las armas, sino al Derecho y a retar a las instituciones para que funcionen, en un caso de corrupción comprobado que hunde a César Duarte, su secretario de Hacienda, Jaime Herrera Corral, que comete un delito continuado, y Carlos Gerardo Hermosillo Arteaga, que hoy anda en búsqueda de una patente de impunidad que se llama fuero. Esto implica la adhesión a la ruta de la no violencia en un momento en que todo parece volcarse hacia los cambios bruscos que se dan con las armas en la mano pero que no resuelven nada, o muy poco, y a alto costo. Así pues, señores de El Diario de Chihuahua, nuestra lectura no es acerca de ningún levantamiento.

Realmente quienes sólo tienen papel y saliva son los de El Diario, que se niegan a reconocer lo mucho que ha cambiado Chihuahua a lo largo de los últimos seis meses. Antes había un cacique incontrastable, contra el que se levantaban aisladas voces; hoy se ha convertido en el emblema nacional de la corrupción. En toda la república Duarte tiene el enorme mérito de compartir con Peña Nieto y consorte, Videgaray y Osorio Chong, las preseas de la corrupción. Eso no se hace con papel y saliva. Hoy César Duarte ya no es el arrogante que ha sido cuando nos espetó que el poder es para poder; ahora quiere hacerse pasar como una “buena persona”, empleando este concepto en la peor de las derivaciones de una novelística contemporánea que describe a estas buenas personas como igualmente perniciosas como las peores. Hoy Duarte tiene al estado de frente, encarándolo, rechazándolo, y su partido está realmente atrincherado en las instituciones y el presupuesto para ganar una elección, realizando fraude a la ley. Hoy Duarte sólo puede transitar por las calles de Chihuahua con un aparato policiaco y de logística que ni los peores dictadores han tenido. ¿A consecuencia de qué? De que con honestidad, pluralidad, honradez, abnegación, decisión, le hemos puesto un hasta aquí, muy a pesar de los propietarios de los medios que se encargan de su apología o defensa, o simplemente callar sus crímenes y desgobierno.

En lugar de dimensionar el fenómeno real, discrepando crítica y legítimamente de él, se empeñan en buscarle parientes electorales a Unión Ciudadana, pero callan que ésta ha dicho que en su seno hay apertura para todos, tengan o no partido, pero siempre a condición de que se esté con la investidura de ese actor olvidado de la democracia mexicana que es el ciudadano. No se atreven a decir que muchos priístas han caído en el hartazgo duartista y apoyan la insurgencia soterradamente. ¿O piensan que no hay malestar en el PRI cuando les impusieron, por ejemplo, al alcalde de Parral, robándoselo al PAN; haber despreciando al “incómodo” Marco Adán Quezada; o poniéndole a un cantante de candidato en Delicias, donde existe una clase priísta que se supone políticamente fuerte, pero que ahora danza al son del conjunto Primavera?

Al no desempeñarse profesionalmente, El Diario a lo que se reduce es a propalar trolls de papel, como esos que se patrocinan con jugosas prebendas desde las oficinas del gobierno del estado. Lamentable la historia de El Diario, que un día apostó por un nuevo periodismo, que incluso ahí ganó sus lectores y el prestigio que ha dilapidado. Y lo hace con la arrogancia de creer ingenuamente que su tiraje es enorme, cuando la realidad dice que los otros medios, depositados en las redes sociales, lo han superado, y con mucho. En otras palabras, tienen papel y tinta, pero no más. Bueno, sí: el dinero de los chihuahuenses que Duarte les regala y que su homólogo citadino gasta mejor cuando arrincona la Marcha del Silencio en interiores y resalta la caída de un funcionario desde el caballo que montaba. El diablo lo sabe bien: esta es la banalidad del periodismo que tenemos.