Hoy se conmemoran dos años de dos crímenes que permanecen impunes. Se trata del homicidio de la pareja Ismael Solorio y Manuelita Solís. Aquí la justicia no ha sido lenta, simplemente no existe. En la región de Benito Juárez, municipio de Buenaventura, es una cicatriz que no ha cerrado como se demostró ayer con la gran ceremonia conmemorativa que congregó a la comunidad que ratificó que jamás olvidará este crimen. Hay un registro periodístico y profesional realizado por la corresponsal de Proceso, Patricia Mayorga, que contiene datos de la mayor importancia para ir armando el rompecabezas de una impunidad que amenaza con extenderse, con igual contenido y estilo, al estado de Chihuahua, donde César Duarte propala a los cuatro vientos que vivimos en el mejor de los mundos posibles en materia de seguridad.
Las declaraciones de los familiares a la periodista no tienen desperdicio. Veamos:
De entrada, la Fiscalía General del Estado en manos de Carlos Salas pactó con el crimen organizado la eliminación de Juan Ismael Granillo Chavira, El Chorrias, uno de los autores materiales del doble homicidio de la pareja Solorio-Solís. La noticia de que lo habían abatido en El Sueco, corrió como reguero de pólvora por todo el estado en su momento. Es un esquema similar al probable pacto del crimen organizado con las autoridades para masacrar a los estudiantes de Ayotzinapa. En otras palabras, es la connivencia entre política y delito para la limpieza social de los disidentes y de los que resisten las políticas depredatorias, en este caso particularmente instaladas en la ruralidad, acompañado todo esto de la eliminación de los ejecutores, pues así se cumple el pretendido apotegma de que los muertos no hablan. El Chorrias, en esta versión, cayó para encubrir a los autores intelectuales beneficiados con la eliminación del liderazgo agrario que representó Ismael Solorio y que pueden ser localizados en la complicidad del gobierno de Duarte con las mineras depredadoras.
Pero las cosas no quedan ahí, como lo muestra la entrevista periodística. Los familiares victimizados hoy nos dicen que tuvieron confianza en el gobierno de Duarte porque les dio su palabra “de hombre de campo” de que habría justicia e incumplió. Esta columna recuerda a sus lectores que Duarte es un mitómano y para salir de cualquier circunstancia comprometida miente sistemáticamente, como Chihuahua se ha podido percatar con otros muchos casos.
Ante los incumplimientos, la familia decidió hacer público lo que para esta columna es un grave engaño duartista. Tan grave que hoy, ante una evidente falta de voluntad para que funcione la Fiscalía, Jorge González Nicolás no tan sólo no los recibe, sino que los deja plantados. Hoy todo el día habrá eventos conmemorativos para recordar a los mártires de la lucha y la resistencia campesina.