Esta mañana vimos en el crucero de la Ortiz Mena y Mirador, a la sombra de la desproporcionada y patricista Diana Cazadora, a los priístas repartir volantes (con todo y su juguito Bida, de la marca Jumex, no podría ser de otra manera) ordenados por su jefe, el cacique Duarte. Por cierto dicen que fueron repartidos 350 mil ejemplares, lo que es una mentira absolutamente desproporcionada. Se quieren dar un baño de pueblo y además presumir la “obra”, escasa y ajena. Buena parte de lo que el gobierno hace tiene el móvil de la ganancia ilícita y, obvio, los volantes no lo dicen porque lo que se quiere aparentar, a la defensiva por cierto, es que si la Unión Ciudadana que apoya la denuncia interpuesta contra Duarte, reparte volantes claros, tangibles, ellos también lo hacen saliendo a la calle, encabezados por un porro y golpeador de nombre Fermín Ordóñez, un hombre integrado a la nómina.

Aquí sí da cuenta instantánea la prensa no tan sólo del hecho de distribuir volantes, sino que además los reseña y los describe en sus puntos. Como dice el refrán: con dinero baila el perro. Además el trabalenguas de Fermín se presenta descontextualizando la realidad, porque él dice que es una “reacción” y los medios omiten decir a qué. Y luego señala que los partidos de oposición son los que están denostando a su jefe supremo Duarte. Basta preguntarse cuáles partidos, más cuando se dice en plural, porque no los vemos en otro lado que no sea la complicidad, la tolerancia, y ya cuando más, discrepando en este o aquel detallito que ni siquiera está en la agenda de las prioridades que la sociedad marca. Unión Ciudadana lanza la iniciativa de hacer de cada priísta que volantea, el mensajero del repudio ciudadano al cacique. No lo escupa, no se niegue a recibirle el papel, ábrale la ventanilla de su automóvil y envíele un mensaje a Duarte, porque aquí en Chihuahua, seguro estoy de ello, será el mejor antídoto para mandar a casa a Fermín y a su pandilla.

 

Fotomultas y corrupción

Se pretende consumar el establecimiento de la fotomulta aquí en el estado de Chihuahua. No hay en el fondo de esta pretensión un afán de innovar, sino al contrario, anclar más a la entidad en la vieja vertiente de la corrupción política, ahora amparados en las tecnologías. De entrada hay que reconocer que el cacique impulsa el proyecto con tintes recaudatorios, pero no sólo. También al hacerlo con una iniciativa de ley privilegiada (sólo las suyas lo son), trata de despistar a la opinión pública, canalizando la propuesta a través de una diputación servil, que mereció el apoyo unánime de todos los partidos, sin excepción.

Se sabe de sobra, lamentablemente sólo en los círculos del poder, que se busca favorecer un negocio negro detrás del cual está Jorge Kahwagi Macari y el mismísimo Ricardo Yañez, director de Vialidad, el engreído gordillista que sobrevive en la burocracia local y que, a lo que se ve, sigue causando estropicios. Para sacar adelante la fotomulta ya hay un hombre de paja que sería el concesionario, se le va a dotar de prácticamente toda la infraestructura necesaria, entregándole los equipos, además carece de experiencia y de capital, que al fin y al cabo, como lo demuestra la existencia del Banco Progreso, tal cosa no importa.

De consumarse este abusivo latrocinio, el concesionario de papel y tras él los políticos mencionados, ya quedarían con una mina de oro en su haber. Pero no es nuevo: los Kahwagi llegaron aquí con su insignificante periódico La Crónica, financiado con el dinero público. Todos lo sabemos: La Crónica es un diario que no le hace falta a Chihuahua, al contrario, le sobra.

Por lo pronto, fotocredencial significa corrupción galopante.