La prensa da cuenta hoy de que se capturó una pandilla más de secuestradores. Casi un diploma se entrega al fiscal general por esta “hazaña”. Lo que no se dice es que hay un punto que se suma a otros puntos anteriores y que da por resultado una línea: hay un agente en activo de la Policía Estatal Única que es miembro de la banda, Alfonso Silva Valenzuela, al que antes de su captura nos lo habían presentado, junto con otros más, como un profesional, como alguien respetable y en el que la sociedad podía confiar porque había pasado exámenes y certificaciones, de esas que se presumen como áureos trofeos. No hay en realidad una política seria al respecto y las corporaciones policiacas continúan convertidas en excelente vehículo para la operación del crimen organizado.
Es una muestra más de la corrupción que no termina, y al paso que vamos no terminará por la catadura de quienes están en el gobierno, de lo cual es muestra la grotesca declaración del fiscal –hablo en relación a otro caso– de que el empresario recién asesinado en la ciudad de Chihuahua, “cayó por problemas personales” y que “no hay alarma entre los empresarios”.