Las fiestas llamadas rave –identificadas con la maldad, lo diabólico– parecen ser cíclicas y además obran en la coyuntura como distractora cortina de humo. Hace un año justo se dio vuelo a un evento como el que ahora anda de boca en boca. Se trata de una guerra contra la juventud, por más que digan esto o aquello, pero pareciera que sólo el cacique y sus socios tienen derecho a mantenerse en fiestas y montando espectáculos en los que tras bambalinas hay verdaderos hechos bochornosos, con la salvedad de que no son los jóvenes anónimos los que las organizan. En cualquier colonia de Chihuahua hay expendios de licores, bares, la prostitución en todas sus modalidades, trata de personas y menores, a ciencia y paciencia de las policías, y no pasa nada. Pero que no haya una fiesta numerosa de jóvenes porque ahí está el asedio policiaco y la valentía de los mandos que vemos totalmente ausentes cuando las cosas son reales y hay que enfrentar a los verdaderos delincuentes organizados. Ahí sí llegan meticulosa y calculadamente tarde, pero en fin.

Lo que debiera explicar la Fiscalía son los cientos y cientos de expolicías que gradúa en sus propios cuerpos, o que simplemente reprobaron uno de los tantos exámenes que se les aplican y que luego pasan a formar parte de la delincuencia organizada, sobre los que ni siquiera se lleva un récord para saber quiénes son y dónde están. Las fiestas rave son lo de menos, esto otro realmente es lo de más.

 

El que con lobos anda, a aullar aprende

jaime-herrera-1sep2014

Jaime Herrera nos sale otra vez con su teoría del boquetazo. Mañana nos ocuparemos de él, pero hay algo que extrañamos en su discurso: Reyes Baeza fue gobernador priísta; Duarte, aunque cacique, también es del PRI. Y como se decía en los escenarios en los que se daba a conocer a los delincuentes: dime con quién andas y te diré quién eres. El problema es el PRI mismo.