La nueva política de imagen de la gobernadora María Eugenia Campos parte de la premisa de aparentar que trabaja mucho, que rompe barreras infranqueables, que crea servicios médicos que todo lo resuelven, que está al frente de la galopada rumbo al 2027 y muchas otras cosas banales e insulsas. 

Para nadie es un secreto que la administración actual llegó bajo la divisa de hacer negocios en grande. Quieren terminar el sexenio con sus cuentas bancarias muy bien engordadas. La corrupción es realmente la galopada en la que se empeñan porque todo lo que hacen está marcado con el signo de pesos y en ese trabuco mantener contentos a los dueños de los medios de comunicación es esencial y de ello da cuenta la munificente retribución que reciben oscuros personajes del tipo de Osvaldo Rodríguez Borunda.

Eso se explica complementariamente con el control de la Auditoría Superior del Estado; los turbios manejos para la compra de diputados ante el Congreso local; la imposición con malas artes, de Daniela Álvarez al frente del Comité Directivo Estatal del PAN, al que se le adosa el aparato gubernamental municipalista; el reforzamiento de las relaciones con los Legionarios de Cristo; la anulación de la posibilidad de una revocación de mandato y el detestable papel que juegan la Comisión Estatal de Derechos Humanos y el  Instituto Chihuahuense para la Transparencia y Acceso a la Información Pública.

Por otra parte, la gobernadora quiere jugar un papel internacional, a contrapelo de lo que dispone la Constitución. De entrada estuvieron sus viajes turísticos a Inglaterra, Francia, España y a Washington para asistir a su universidad y ahora ha visitado Taiwán, sin esperar y sincronizar las pautas que el país vaya a tomar en esta etapa en la que el nearshoring cobra importancia a las puertas de la revisión del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá y a unos cuantos días de la elección presidencial en Estados Unidos.

Es un viaje inopinado cuyas incidencias de detalle no conocemos pero sí podemos imaginar. De que la reciben y le sacan fotos no hay duda, de que le rindan honores quién sabe, pero de que en las mesas donde se sentó no se deriva ninguna decisión importante, no me queda duda observando los usos y costumbres que estos corporativos globales  tienen en el mundo. Las grandes corporaciones procesan sus decisiones de otra manera y prefieren entenderse directamente con inversionistas o técnicos al servicio de la empresa privada o pública, antes que con políticos de los cuales descreen.

Pero al parecer Maru Campos sigue los consejos del cardenal Mazarino que dictan la regla de “simula y disimula”, y la cosmetología se encarga de lo demás.

Sin duda que en ese viaje se sopesan, como dicen los empresarios, ventanas de oportunidad, será porque no gustan entrar por las puertas o a lo sumo lo hacen por las de servicio.

Maru traerá en su portafolio información para hacer negocios y buscar socios, en un momento en el que el señor Víctor Cruz Russek, a saber su pareja sentimental, reinaugura en Chihuahua la Volkswagen Volker, en su calidad de presidente de un grupo empresarial automovilístico que presume que continúan haciendo esfuerzos para hacer las cosas bien. Y cómo no, la cooptación familiar juega un rol en este gobierno en el que business are business.

No me llamo ingenuo, el gobierno actual de Chihuahua llegó con la utilitarista escuela  de Felipe Calderón y del ballezano César Duarte, que jamás distinguieron política de delincuencia.