La actual legislatura del Congreso local designó a 33 mujeres para que integren lo que se denomina El parlamento de mujeres en Chihuahua. Al parecer el hecho no es trascendente porque los medios ni siquiera le han otorgado una relativa importancia.
No conozco a la totalidad de esas personas, pero hay dos que me hicieron levantar las cejas y de ellas me ocupo hoy porque no las considero con autoridad ni política ni moral para estar en este racimo de féminas.
Se trata de María Ávila Serna y Hortensia Aragón Castillo. Ambas tienen bien ganado un lugar en la historia de la infamia. Representan con creces la putrefacción de los partidos, la primera es Verde y la segunda de la Revolución Democrática.
Aunque su oficio de afición por la maldad es abultado, baste decir que hicieron de la actividad política una labor emparentada con la delincuencia.
Ávila Serna fue codenunciada junto con la actual gobernadora por la prebendas en dinero que recibía a cambio de su voto en el Congreso en la era duartista. La segunda recibió cerca de 4 millones de pesos de César Duarte, que quiso endulzar diciendo que ella solo le pidió un préstamo al exgobernador tirano. No sé a ciencia cierta si Hortensia reembolsó ese dinero al erario, lo que sí sé es que lo recibió para pagarlo con abyección como diputada.
Son unos simples botones de muestra que me permiten decir que ese par no tiene la más mínima autoridad para el parlamento, porque seguramente lo que quieren es continuar medrando. Por eso digo desde aquí: ¡Tengan su parlamento!