Si algo está ajeno en el diccionario de la servidumbre duartista, es la palabra planeación. A lo largo de los casi últimos cuatro años, la ciudad de Chihuahua semeja alguna barriada de pueblo afgano: hoyancos por todos lados, servicios que no operan, tráfico obstruido y molestias y más molestias. Ahora, y supuestamente para acabar con el tandeo de agua a las colonias precarizadas, se inventó la resectorización, que ha traído cráteres por todos lados, malestar por el suministro y sobre todo muchísimas fugas, porque ha usted de saber que ponen tubería que no resiste la presión con la que se inyecta el agua y hay que abrir nuevas zanjas para remediar las cosas, que a final de cuentas ni se corrigen ni se solucionan.
En el fondo de todo esto está la gran corrupción, capitaneada por Carlos Hermosillo y secundada por Mister Egg o repartegallinas, Maurilio Ochoa. La ciudad está hecha un caos, y donde ayer hicieron una obra pública que obstruyó la movilidad urbana, en ese mismo lugar repiten la dosis y sin remedio, pues las fugas están resultando la muestra de que el agua se desperdicia sin consideración alguna por ese recurso. A contrapelo de esto, la corrupción crece exponencialmente para transferir recursos públicos a manos privadas.