El diputado local Alfredo Chávez, pastor del rebaño panista, quiere que comulguemos con ruedas de molino. Afirma que la Fiscalía Anticorrupción, que encabeza Abelardo Valenzuela, es “plenamente autónoma”.
Si fuera un deseo, bienvenido; si se tradujera en realidad, más que estupendo. Pero la realidad es que Valenzuela, al frente de esa institución, forma parte de un entramado del gobierno local para activar resortes que favorezcan lo político antes que una genuina lucha a fondo contra la corrupción que realizan quienes se encuentran en posiciones de poder para beneficiar sus intereses.
Además, hechos serían amores y no buenas razones, y hasta hoy lo más espectacular es el caso de la alcaldesa de Nuevo Casas Grandes, Cynthia Ceballos, hoy en prisión preventiva, y lo que más resalta es su origen morenista y petista, por tanto, el cariz político es más que obvio.
No meto las manos al fuego por esa alcaldesa porque está manchada por lo que ha sido el estilo que Rubén Aguilar Jiménez, el dueño del PT en Chihuahua, le ha impreso a sus relaciones con el poder público desde tiempos muy remotos, que podemos ubicar desde el gobierno de Manuel Bernardo Aguirre.
El famoso “Bayo” Valenzuela, en estricto rigor, encabeza una dependencia del Ejecutivo y probablemente haga las cosas con un estilo diferente a las del pasado, pero lo que se dice autónomo, no es.
Las más calificadas instituciones de lucha contra la corrupción en el mundo entero, señalan como principio básico para esa autonomía el que auditores y fiscales, y no se diga los que fungen como parte investigadora y acusadora, deben ser distintos, no pertenecer ni a la misma familia ni al mismo partido. En este caso es una condición que no se cumple, porque si algún color tiene Valenzuela, es el azul refulgente.