Al PRD, que es una herencia malograda del viejo Partido Comunista, lo tratan de la peor manera en la alianza que se formó en Chihuahua. Y se lo merece. Está en la ruina a que lo redujeron las mafias que se apoderaron del Comité Ejecutivo Nacional, encabezadas por Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano, mejor conocidos como “Los Chuchos”.

Aquí los autores de la bancarrota son un trío de políticos: a la cabeza Hortensia Aragón Castillo, y en sus faldas Héctor Elías Barraza Chávez y Pavel Aguilar Raynal. La vocación de ellos siempre fue vivir de las migajas y prerrogativas.

Actualmente el PRD está aliado de quienes fueron sus adversarios históricos: el PRI y el PAN, que ahora se han repartido el territorio chihuahuense para las elecciones locales, recibiendo municipios política y económicamente de muy poca monta, dicho sea con respeto para sus ciudadanos.

Pero llama la atención que un territorio municipal como Ignacio Zaragoza, que fuera bastión de la izquierda, con personajes como Cuauhtémoc Flores, en el reparto reciente haya quedado como patrimonio del PAN. No es necesario hacer una anatomía de este partido, basta ese dato para saber que huele a cadaverina.