En mi columna del pasado 21 de noviembre planteé el problema que se desprende de abandonar el Conservatorio de Música de la antigua estación del ferrocarril. El planteamiento fue proactivo en el sentido de problematizar una decisión en búsqueda de encontrar la mejor decisión para la institución cultural, tanto, que hubo muy buenas opiniones de la gente en las redes sociales.

Ahora todo indica que dicho Conservatorio se instalará en el Paseo Bolívar 421, en la esquina que aún ocupa un despacho de abogados. Más allá de que esto llegue a consumarse, porque todo indica que así será, es conveniente que esta decisión pública se ponga bajo la lupa para observar la pertinencia de ese lugar, el tamaño de la inversión, que es de 30 millones, el posible tráfico de influencias con relación a la adquisición de dicho inmueble, y sobre todo si la movilidad urbana favorece con estacionamientos tales instalaciones.

La comunidad cultural parece desentenderse de este tipo de asuntos, que a la postre resultan importantes para propiciar la mejor alternativa educativa y formativa, en este caso de músicos calificados.