Las ciudades del país están inundadas de anuncios espectaculares. Es el recurso que ahora usan los políticos para mantenerse presentes en la sociedad, aunque no digan absolutamente nada ni haya propuestas, y mucho menos un intento de rendición de cuentas, aunque sólo fuera por una frase significativa.
Un filósofo alemán –obviaré su nombre– sostiene que estos anuncios “muestran el rostro de la estupidez”. Y dice más: que el candidato en campaña, “entre más estúpido se vea, mejor”. No es necesario agregar más.
Aquí en Chihuahua, aparte de la contaminación ambiental, se suma la visual, y a cada paso, aunque no queramos, vemos una cara que algo dice y que en síntesis implora el favor de la partidocracia para obtener un cargo de elección popular.
Las autoridades electorales, locales y federales, no hacen absolutamente nada frente a esta atrocidad de ilegalidades. Para ellas la clase política y los partidos son prácticamente intocables, no los quieren molestar.
En esta perniciosa actividad, lo mismo participan mujeres que hombres, jóvenes que adultos. Inventan revistas con supuestas entrevistas, cometiendo fraude a la ley. De esto saben, y lo saben bien, comunicadores venidos a políticos, como Armando Cabada y Rosana Díaz, ambos de MORENA, que conocen bien el truco, han vivido de él y así lo perpetran.
Cabada quiere ser senador, y Díaz probablemente quiere repetir como diputada local, o algo más.
En esa lista podemos añadir a Rafael Espino, Cruz Pérez Cuéllar, Mario Vázquez Robles, Luis Aguilar, Laura Contreras, y otros integrantes de la fauna política local.
No podría concluir esta columna sin anotar el caso de Andrea Chávez, que presume de ser el “relevo generacional”, pero que ha empezado muy mal su carrera al cometer fraude a la ley, publicitándose por aquí y por allá con el mismo truco de sus correligionarios, pero presumiendo padrinazgo de alto nivel. Es más de lo mismo. Lástima de juventud.