Armando Cabada ha tenido todas las ventajas propias de los mirreyes. Un junior de juventud que todo lo ha tenido a la mano. Su vida no se corresponde con lo que las circunstancias le han concedido, sea por estar al servicio de un micrófono o de una cámara de televisión adicta al poder, porque de él vive, sin importar que sea del PAN, del PRI, de César Duarte, de una falsa independencia, y ahora de MORENA, que no obstante haberlo defraudado le concedió llegar al Congreso de la Unión como diputado, donde no se le ha visto nada que brille y desde donde ahora pretende brincar al cargo de senador de la república.

Nada que no se haya visto con antelación. Es la historia ordinaria de una enorme cantidad de políticos. Pero lo que ahora quiero resaltar es que no tiene pudor alguno al hacer su propia campaña, con la que seguramente continuará el empeño de purificación al que MORENA le ha abierto muchos templos.

Como suele suceder en las páginas de El Diario de Chihuahua, Cabada ocupa la posición de “editorialista”, probablemente con textos de encargo en los que la banalidad brilla, a grado tal que este político, lo que no es de objetarse, expresa sus aspiraciones, pero lo hace de una manera en la que el narcisismo llega a extremos que provocan un humor involuntario, como aquel que se produjo en el cine de Juan Orol.

Diga usted si no es así: Armando dice, cito textualmente, que “Armando es el mejor perfil para el Senado de Chihuahua”.

Sin más comentarios.