Columna

Refrescándole la memoria a algunos panistas

El día de ayer publiqué una crítica a la creación del Frente Amplio por México, y los hechos recientes me han dado la razón. Sin embargo, no es eso a lo que me quiero referir ahora. Ayer un panista camarguense, contemporáneo mío, que pidió guardara su nombre en discreción, me reconvino porque consideró injustas algunas de mis apreciaciones.

Me dijo que por lo que respecta al PAN le pusiera tres o cuatro ejemplos concretos de las responsabilidades que le abonan al colapso de la democracia que vivimos hoy. Sin ser todos los ejemplos, obviamente, y concretándolos a nuestra historia local, señalo los siguientes:

El panista Francisco Barrio, cuando fue gobernador del estado, le encargó el manejo de la economía a Enrique Terrazas Seyfert, arrogante descendiente de la vieja oligarquía porfirista, y veló más por sus intereses que por los de la comunidad.

Javier Corral, durante su quinquenio, le encargó a Alejandra De la Vega la misma área de la administración, y ésta trabajó también para sus propios intereses, como está en la memoria reciente de los hechos.

Maru Campos repitió la dosis nombrando a Manque Trespalacios, quien pertenece, en grado menor, al mundo de los negocios, porque no ha sido muy buena para los mismos.

Pero más que esto, y tomando en cuenta que el capital es una relación social que domina todos los poros de la sociedad, nos encontramos que, en el caso de Francisco Barrio, no obstante su reconocido liderazgo en 1986, se fue desdibujando de su compromiso con la comunidad, precisamente porque sus intereses fueron creciendo.

En el caso de Javier Corral, baste recordar, y no es poca cosa, que en extenso artículo defendió el Pacto por México de Enrique Peña Nieto, no obstante lo cual continúa lo mismo haciéndole ojitos a MORENA que a Movimiento Ciudadano, para seguir en el mismo baile, por cierto apoyado por una izquierda deslavada que todavía se le ve por ahí en el paisaje chihuahuense.

La trayectoria de esa línea entreguista a los intereses oligárquicos se sintetizó ahora en lo que llamó “maruquismo”: el co-gobierno de PAN y PRI en Chihuahua, que colocan en un mismo campos a la gobernadora actual, a Fernando Baeza –el del fraude del 86– y a Patricio Martínez, enemigo jurado de los derechos humanos, persecutor de las feministas y recordado por los hallazgos de cuerpos en el Campo Algodonero en los tiempos del inefable Chito Solís.

Es una historia que tiene más cuentas que un rosario, de esos que suelen llevar a misa precisamente los panistas.

Espero que estos recuerdos a mi paisano camarguense, aunados al cacicazgo en esa población de Carlos Aguilar Camargo, enriquecido soberbiamente, contribuyan a refrescarle la memoria y para bien de la historia.