Hace unos días se reunieron María Eugenia Campos Galván, gobernadora del estado, y Jorge Doroteo Zapata, líder de los retazos de la CTM y del más añejo charrismo sindical. La reunión no fue para mantener una paz laboral en las maquilas que aún controla Zapata; mejor dicho, fue en plan de business para examinar el aumento a las tarifas del transporte urbano, donde funge como socio capitalista y acaparador de concesiones.
El tamaño político de la CTM se ha derrumbado, y aquellos tiempos de “don” Fidel quedaron muy atrás, tanto que el mismo Doroteo, de representante patronal en una Junta de Conciliación, se convirtió en el dirigente de la central obrera, a la muerte del ya olvidado Mar De la Rosa, el folclórico mesero oriental de El Río Rosas. Perdón por la nostalgia.
Hablaron de negocios, sin duda, del toma y daca que tanto gusta en palacio por estos días. Pero aquí lo más importante que quiero abordar: Doroteo Zapata es un precursor del charrismo azul, porque a partir de 1992, durante el gobierno de Francisco Barrio, con quien se entendió de maravilla, mantuvo el control corporativo en las empresas, particularmente en las maquilladoras. Desde aquel momento lo denominé “el charro azul”.
Al terminar el primer gobierno panista de Chihuahua, Zapata no batalló, ya que sólo cambió de sombrero, volviendo a usar el tricolor. Pero después, retorno al azul, como lo vimos caminar del brazo de Javier Corral Jurado, un día primero de mayo de no ha mucho tiempo.
El PAN en realidad jamás ha tenido un proyecto democrático, por el gran aprecio que le tiene a las corporaciones, tanto empresariales como sindicales, aunque hoy por hoy los pasos de la muerte y coleaderos que organiza Zapata ya están muy deslucidos.
Zapata, aparte de su hija Georgina en el Congreso, ya no pesa. Pero, para las tarifas en el transporte urbano, pienso que sí. Por eso su acercamiento con la gobernadora, igualmente corporativa, Maru Campos.