Hace unos días murió Carlos Payán Velver, conocido en todo el país como el director fundador del periódico La Jornada. Esta columna lamenta profundamente su fallecimiento y se hace solidaria con su familia, amigos, colegas y camaradas.
Tuvo la oportunidad de acercarse casi a los cien años, y ser testigo de todo un ciclo largo en la vida nacional. Fue licenciado en derecho, funcionario público en las administraciones que encabezaron los presidentes Adolfo López Mateos y Luis Echeverría Álvarez.
Incursionó en la política, el periodismo, e hizo aportes a una poesía que quizás no trascienda, pero que habla de sus afinidades electivas.
En una época de ruptura del periodismo con el poder, participó de la fundación de los periódicos UnoMásUno y La Jornada, de la que fue director fundador en la mejor época de ese rotativo, que surgió con el apoyo y solidaridad de muchísimos mexicanos que aspiraban a contar con una prensa libre.
Siendo político, llegó al Senado de la República desde una plataforma de izquierda, entonces encabezada por el PRD, y eso lo llevó a ser integrante de una importante comisión senatorial durante la insurgencia zapatista en Chiapas, conflicto durante el cual fue integrante de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA).
Conviví con él varios momentos, pero recuerdo por ahora dos ocasiones. La primera, cuando se convocó a la suscripción de acciones para fundar la empresa Desarrollo de Medios (DEMOS) que desembocó en la creación de La Jornada. Mi familia aportó modestos recursos y fue retribuida con una litografía de Francisco Toledo.
La segunda fue cuando conversamos largamente con él durante una comida en una fonda de la Ciudad de México, donde llamé su atención sobre la necesidad de una Jornada del Norte, que quedó en sueños.
Sin duda formará parte del mejor panteón del periodismo nacional.