No se trata ni de un hecho aislado y tampoco menor. Homero Ochoa, reportero e impulsor del diario digital xpressa.tv fue agredido y lesionado en su integridad física en escala que no permite de ninguna manera hablar de que se trata de un incidente más. Médicamente el caso no es sencillo y desde luego puede dejar consecuencias. El compañero ha abierto instancias para esclarecer la agresión, tanto en la Fiscalía General del Estado como en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde es frecuente naufraguen estas quejas, más cuando se topan con el poder en cualquiera de sus expresiones. El ataque permite conjeturar de manera plausible que se trata de un hecho que viene a demostrar que el ejercicio del periodismo, cuando se asume independiente, es una profesión de alto riesgo.
A Ochoa lo agredieron –con todas las agravantes penales– tres sujetos; no dañaron su patrimonio robándolo porque hay elementos suficientes para concluir que lo que se buscaba era propinarle una golpiza, lo que a la postre lograron los atacantes. Todo permite apuntalar la idea de que sus actividades periodísticas provocaron este resultado, lo que debe hacer pensar a los periodistas en tener una actitud solidaria no nada más de ritual, sino con hechos. Ahora fue él, mañana puede ser cualquier otro y la gravedad puede ir escalando en la dirección que apuntan los múltiples homicidios de trabajadores de la prensa en el estado que han quedado totalmente impunes.
Ochoa, hasta donde sabemos, no identificó a los agresores, pero sí tiene elementos para conjeturar que se trata de un influyente diputado local el que ordenó la golpiza. Se debe ir a fondo en el asunto, esclarecerlo y castigarlo. De no ser así, estarán los trabajadores de los medios a expensas de que cualquiera con un micropoder estatal puede ordenar todo tipo de desmanes, charola en ristre. No debemos perder de vista este caso y para ello no es obstáculo alguno el coincidir o discrepar con Ochoa, eso es lo de menos; lo de más es la libertad que tiene para expresar sus opiniones y críticas. Invito a Ochoa a que lleve este asunto hasta sus últimas consecuencias y le brindo mi solidaridad. Deseo además que lean el texto cuyo link aquí se ofrece y en el que da cuenta el propio reportero de la agresión y las puertas de las instituciones que ha tocado, que dicho sea de paso, se han mostrado inútiles en casos similares:
Fue en un santiamén
¿Qué no entenderán los funcionarios públicos del tipo de Fermín Gutiérrez, Ricardo Yañez, Maurilio Ochoa que la forma en política es fondo, como dijera alguna vez Jesús Reyes Heroles, político al que muy poco le aprendieron sus correligionarios del PRI? La página de sociales –en sección VIP, of course– da cuenta de que asistieron a un sarao para inaugurar la empresa Santiamén (muy a tono con la consagración duartista de Chihuahua), propiedad de la hija del auditor superior del estado, Jesús Esparza. En el caso de Fermín tomó el micrófono y hasta cortó el listón inaugural, rubricando el evento chic con una sonrisa Colgate. Hay una añeja figura para la recusación de los jueces que prohíbe precisamente los convites cuando los mismos pueden ser expresión de conflicto de interés, comportamiento parcial o simplemente generadores de desconfianza. Aquí esto simplemente no importó y se me dirá, “pero el auditor no es juez”; y es cierto, tan cierto como que tampoco es auditor. En buena ley lo digo: siempre he tenido duda de si agradecer la publicidad de estos convites, pues sólo así nos damos cuenta muchos de que se realizan, o si se trata de un cinismo superlativo que se practica en este país por los gobernantes al grito de que ¡en México no pasa nada! A tono con el glamour que escurre como miel en sendas páginas de Sociales que dan cuenta del acontecimiento, no dude usted que la cuenta pública del gobierno, cuando llegue al rodrigocongreso, se aprobará en un santiamén. Por cierto congruentes con las misas tridentinas del obispo Miranda Weckmann, su acólito Dizán Vázquez, ellos sí repartiendo hostias, con hache, que el escritor de Sociales confundió con las obleas, y oficiando Rodrigo De la Rosa a la voz de in nomine duartis et filii et spiritus sancti, amen. Y en buen castellano, santiamén.
Sindicalistas del Poder Judicial Federal denuncian criminalización
Bien, muy bien, por la señora María de los Ángeles Heredia, Secretaria General del Sindicato de Trabajadores del Poder Judicial de la Federación, por jugar su papel de representación de los trabajadores que agrupa su organización, al denunciar la represión a los trabajadores a manos de magistrados del tipo de Martha Tello y José Martí Hernández Simental (algún día su padre supuso que al registrarlo civilmente trababa con él un compromiso). Pues está muy claro, declaró María de los Ángeles Heredia: “Nos llevan a un proceso –inicia llamando a los trabajadores ante la temible para estos casos PGR– para intimidarnos, para evitar que sigan las manifestaciones del sindicato, para conseguir mejorías para los trabajadores; es un proceso de represión y ya la hicimos del conocimiento del presidente de la Judicatura Federal, para que detenga este ataque en contra del sindicato”.
Los sindicalistas no se arredran, hoy asistirán en pleno en su calidad de dirigentes legales y legítimos, ante las oficinas de la PGR a denunciar que los están amordazando, que se les está criminalizando. Esta es una causa justa y que debemos compartir con nuestra solidaridad y apoyo, pues demuestra como un hecho reiterado en este país, que a todo mundo se le quiere poner una camisa de fuerza, como en los viejos tiempos del PRI, que al restaurarse camina de reversa sobre sus propios pasos, al más puro estilo diazordacista.
Si esto hacen magistrados y funcionarios del Poder Judicial de la Federación que “velan” por el respeto a los derechos humanos, que no harán los ásperos soldados, policías y gendarmes en otras partes del país, particularmente apartadas de las grandes ciudades.
Ni con todo ese make up, Graciela Ortiz
Cleóbulo, el legendario sabio griego, dijo rotundo: “Considérate en guerra con el enemigo de tu pueblo”. Frase más fuerte no puede templar más que una acerada conducta cívica contra quienes diciéndose representantes del pueblo, le clavan cada vez que pueden un puñal en la espalda. Con motivo de las recientes reformas a las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones, los senadores Patricio Martínez García –al que el crimen sí le ha pagado–, Lilia Merodio –experta en dar la espalda–, pero sobre todo Graciela Ortiz, exhibieron de qué están hechos, para dónde se bandean cuando se conducen con facciosidad, obsequiosidad a Peña Nieto e ignorancia de una agenda que ya afectó gravemente al país y cuyas consecuencias empezaremos a sufrir en los meses y años que vienen. Son enemigos de tu pueblo y así hay que tratarlos: han dado un golpe de Estado contra la Constitución.
Sobresale de entre ellos Graciela Ortiz por el lugar que ocupa en el Senado y que se ha mostrado activa para tratar de justificar lo injustificable con datos y cifras sin sustento y que además serían unas de esas múltiples expectativas o esperanzas que le permite a los caciques de este país ir sobrellevando el día a día, a pesar de que están destruyendo al Estado y devastando a la sociedad. La senadora nos quiere vender espejitos –cree que nadie lee otras notas como la que da cuenta de la COPARMEX exigiendo la parte de león de estas reformas para los “inversionistas”– y continuar defraudándonos por sus aspiraciones al gobierno del estado de Chihuahua y cree que Televisa le puede alcanzar el cargo, a pesar de la deshonra que carga en sus hombros por haber colaborado en primera línea con el gobierno feminicida de Patricio Martínez y el altamente corrupto de César Duarte.
No se engañe, senadora: usted traicionó a México y a Chihuahua, y todo ese make up que carga consigo no la salva.
Y ese buey quien es…¿Homero Ochoa? ¿tal xpressa.tv?….pues…chido.
Ni su ama lo conoce