Sin una consulta pública, con profundo desconocimiento de la historia de Chihuahua, y con un servilismo hacia la oligarquía local, el alcalde Marco Bonilla dispuso, con el apoyo del PRI, que el edificio público conocido como “Torre Comermex”, ubicado entre las calles Victoria e Independencia, lleve el nombre de “Eloy S. Vallina”, sin agregar el segundo apellido, Lagüera, fallecido el año pasado, y exdueño del propio inmueble.
Aparentemente se trata de un hecho sin mayor relevancia que un supuesto homenaje a un empresario y banquero de origen chihuahuense. Pero es evidente que tiene un significado mayor y al respecto quiero puntualizar:
En primer lugar, Eloy hijo, fue más bien un heredero del gran capital y patrimonio que acumuló su padre, Eloy S. Vallina García, y que encontró hechas todas las condiciones para acrecentar el privilegio excluyente que ha imperado en Chihuahua hace poco menos de un siglo.
Por otra parte, quien conozca la historia de los juicios en los que se ventiló la nulidad del matrimonio de Eloy hijo, tendrá suficientes motivos para considerar indigno su nombre para un edificio público en Chihuahua. Esa historia no es exclusivamente una crónica de un amor fallido, con todas las miserias e hipocresía imaginables, sino también uno de los hilos conductores para conocer el homicidio del 16 de mayo de 1960 que se cometiera contra Eloy Vallina padre.
La torre Comermex, que Javier Garfio compró en 2016 al exorbitante precio de 200 millones de pesos, hace suponer un tráfico de influencias lesivo para las arcas municipales, por lo que se debe transparentar esa operación que hoy pretende ser un monumento a la honra de Eloy S. Vallina.
Ambos Vallina son ejemplo prototípico del capitalismo de compadres que ha habido en México; siempre hicieron negocios a la sombra del poder público, como es conocido por la historia de Bosques de Chihuahua.
Su política hacia el sindicalismo y los conflictos con los asalariados fue de exclusión y solapamiento por parte de las autoridades laborales.
Eloy hijo fue un gran patrocinador financiero del dominio priista en Chihuahua y estuvo en momentos clave, como en 1986, el año del gran fraude electoral, del lado del PRI, y así se mantuvo porque le representaba el tener grandes ventajas, como las que luego obtuvo como indemnización por la nacionalización bancaria.
A reserva de ir abundando en todos estos temas, se ha lanzado la iniciativa de que ese nombre se cancele y su lugar lo ocupe algún prestigiado hombre o mujer que haya servido a Chihuahua, particularmente a su municipio.
Lo que ha hecho Marco Bonilla es un acto para congraciarse con la élite económica oligárquica de Chihuahua e impulsar de esa manera sus proyectos personales.
Pido que estén atentos de esta naciente iniciativa.