Columna

Fiscalía anticorrupción de compadres

El fiscal anticorrupción, Abelardo Valenzuela, panista de cepa, anuncia cambios en la institución que preside. Se trata de una buena dosis cosmética para difundir que de algo sirve ese aparato, que hasta ahora no rinde frutos porque su diseño y la voluntad política del momento no lo permiten.

No me detendré a comentar puntualmente todos y cada uno de los cambios que hará porque esa Fiscalía está dañada de origen, por violentar una elemental regla de las instituciones para la rendición de cuentas, la fiscalización, la auditoría y la persecución penal de los delitos que se generan en el ámbito del régimen de corrupción e impunidad.

Se trata de una regla consagrada universalmente por una institución prestigiada como la Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras Superiores (INTOSAI): el auditor y el auditado deben ser diferentes para generar confianza en sus resoluciones, recomendaciones, y en general en decisiones en la materia que da cuerpo a ese aparato estatal.

En otras palabras, cuando el fiscal anticorrupción es un personaje del mismo partido que la gobernadora, de la mayoría en el Congreso, del fiscal, del auditor general y demás, pues no es otra cosa que ajonjolí del mismo mole, y nada se puede esperar que valga la pena.

Por eso digo que Abelardo Valenzuela es un fiscal compadre, o como dice la frase consagrada: un fiscal carnal.