Dos características tiene el corazón del empresario chihuahuense Luis Lara Armendáriz: la primera, su lealtad a un capitalismo voraz, de compadres, de tráfico de influencias y maquilador; la segunda, su veleidosidad, que a lo largo de su vida le ha permitido trabajar de la mano con los gobiernos del PRI y el PAN como si fueran de su entera y absoluta fidelidad.

No ha mucho fue tesorero de la campaña de Enrique Serrano, para luego trabajar de la mano de Javier Corral, y ahora ganarse la confianza de María Eugenia Campos Galván en negocios inmobiliarios que pueden llegar a perjudicar el patrimonio público en beneficio de empresas corporativas mundiales, como Honeywell, a la que le sobra capital como para expandir las industrias de las que es líder internacional, entre ellas algunas de carácter bélico.

La semana que concluye se inició un trámite promovido por Maru Campos en el Congreso local para autorizar la transferencia de alrededor de 16 hectáreas en una zona industrial privilegiada al sur de la ciudad de Chihuahua. De consumarse en las condiciones propuestas por la gobernadora, estaríamos en presencia de un despojo y de un oneroso pago de facturas convenidas durante el proceso electoral. El consabido toma y daca que se da en las altas esferas de la empresa y los compromisos que anudan los que se van a convertir en gobernantes.

Las finanzas públicas no están nada bien en Chihuahua como para hacerle un regalo de ese tamaño a Luis Lara, el que, por otra parte, había venido administrando millones de pesos a través de FICOSEC, un fideicomiso que significa una claudicación del estado ante los intereses privados en materia de seguridad, pues los empresarios jamás podrán justificar tener su feudo para la satisfacción de servicios públicos que corresponden al gobierno. En paralelo a esto, podríamos afirmar lo mismo con relación a FECHAC, que administra fondos públicos en favor de una falsa filantropía y además facciosa.

Empezaré por decir que Honeywell no necesita guajes para nadar. Es tal su poderío que no requiere intermediarios para establecer sus relaciones con el gobierno, pero sobre todo tiene la fuerza más que suficiente para adquirir a título oneroso, pagando un precio justo y real, el inmobiliario que requiera para sus proyectos de expansión.

El camino, por cierto ya inveterado, de los gobiernos mexicanos, es el mismo que viene desde la etapa del Porfiriato y que consiste en realizar donativos a diestra y siniestra, decretar concesiones, exentar impuestos y toda suerte de privilegios, supuestamente para fomentar la economía y el empleo, y en todo caso lo que redunda en beneficio prioritario para la empresa trasnacional, en la especie Honeywell.

En el Congreso local la mayoría panista tiene la sartén por el mango, pues cuenta con los votos suficientes para sacar adelante la iniciativa de la “generosa” gobernadora y por mayoría satisfacer las pretensiones de Luis Lara Armendáriz y la empresa intermediaria de la cual es director general, American Industries, SA de CV, en la cual se traslapan y esconden los añejos intereses de la oligarquía chihuahuense.

Esta donación no debe pasar. Representa una cantidad sustancial que puede utilizarse, por ejemplo, para empezar a arreglar las calles de la ciudad de Chihuahua o Juárez, que tienen más cráteres que la luna. Pero, por tratarse de un compromiso en campaña, es probable que persistan los diputados en mayoritear la decisión y vulnerar, otra vez, el patrimonio público.

No está de más, aunque sólo sea por subrayarlo, que tanto el discurso de la gobernadora como de sus dóciles diputados en el Congreso, hayan recurrido al viejo discurso de que, tras la donación, vendrán en automático los beneficios a la población con empleos y salarios, estos últimos, como se sabe, raquíticos de manera crónica. Se trata del viejo cuento de abrirle las oportunidades a los capitales extranjeros y sus socios mexicanos bajo la idea de donde hay miel chorrean gotas que benefician a los de abajo. En fin, la vieja mentira de siempre.

Pero hay un aspecto que no debemos perder de vista, más si la decisión llega a consumarse: en realidad Luis Lara lo que hará es escriturarse los bienes a su nombre y después traficar con ellos, lo que habla de la vieja rapiña de los rentistas chihuahuenses. Al respecto, no es extraño que Lara Armendáriz prácticamente se la haya pasado de luna de miel con César Duarte durante su tiranía.

En el debate parlamentario la actuación de los diputados de MORENA dio para regresar a comisiones la iniciativa maruquista. Ahí estará un tiempo, pero retornará seguramente, alentada por el discurso de Mario Vázquez Robles, líder de los diputados panistas, diciendo que haya “moderación” y se favorezcan las facilidades para que el capital se instale sin contratiempos en una planta de Honeywell. De MORENA se exigen argumentos menos gastados que han terminado por ser estériles y de uso común.

Una moraleja a manera de conclusión: con Maru Campos, como en el pasado priísta, los negocios públicos nunca estarán separados de los negocios privados. Y es lógico: viene de la escuela de la corrupción.