Anda en boca de todos: César Duarte finalmente será extraditado y llevado ante un Tribunal. La información es, desgraciadamente, fragmentaria y nebulosa, tanto que uno de sus abogados de bajo nivel profesional fue la fuente local de la noticia. El novel abogado, incluso, festinó que por fin tendrá la oportunidad de dar la cara, sabedor de que no viene por su gusto sino porque lo traen. En muy poco tiempo los hoyos negros de esta información se disiparán y tendrá la ciudadanía la oportunidad de conocer a fondo el desenlace que se ha prolongado desde la huida del exgobernador a los Estados Unidos.

No lo remiten de territorio norteamericano por la comisión de todos los delitos que perpetró y eso preocupa y nos habla de las limitaciones y obsolescencia del tratado de extradición de México con los Estados Unidos. Llegará a responder por peculado, por la asociación que vertebró para cometerlo y que no requiere prisión preventiva por no estar calificado de gravedad.

Sería el colmo que obtenga los beneficios de una libertad si nos hacemos cargo con lógica y elemental atención que ya huyó una vez, y puede volver a hacerlo.

Todas estas serán incidencias que muy pronto serán historia. En la sociedad existen sendas dudas: la primera que se le cobije con una estancia en un penal diferente a los que existen en la entidad. Su juez radica en la ciudad de Chihuahua y ante él debe comparecer y el penal sería el conocido como Aquiles Serdán. Si esto se pasa por alto sería en franco privilegio para un delincuente de reconocida peligrosidad.

La otra tiene que ver con el tinglado que se ha articulado para sacarlo bien librado del escándalo, tanto porque lo quieran beneficiar y por las salpicaduras que ya ha hecho su corrupción con el grupo gobernante de María Eugenia Campos Galván, su cómplice y beneficiaria económica de la corrupción.

El gobierno estatal, a querer y no, está sumamente comprometido con el suceso. En primer lugar porque la orden de aprehensión brotó durante la administración de Javier Corral, al igual que la solicitud de extradición que vinculará a Duarte a los tribunales chihuahuenses y la narrativa propalada desde el Palacio de Gobierno es que simplemente se trata de algo sin sustento y solo con motivos políticos. En otras palabras, todas esas acciones del quinquenio están mal y el expediente Duarte no es excepción, tanto así, se dice que de todas las carpetas nada más una prosperó y además que la cancillería le enmendó la plana a omisiones y defectos jurídicos.

Toda una batería de entrevistas a exfuncionarios duartistas liberados, con un despliegue inusitado convierten a los prohombres del duartismo en verdaderas víctimas que hoy claman justicia, de tal manera que Duarte encontrará bien barbechada la tierra para que florezca su impunidad concluyente. No exagero, es algo real y si lo afirmo así es en prevención para que tal cosa no cristalice.

Es muy sabido que el pacto de corrupción e impunidad se solventa en encriptar información delicada y peligrosa que compromete a la clase gobernante estatal. Seguramente Duarte tiene sus cartas, ha revelado cosas que desconocemos y ha dejado en su manga algunos ases a emplear para sus propósitos, en lo inmediato su libertad así sea limitada y en lo mediato el reclamo de sus bienes, que antes fueron de Chihuahua, en su origen.

Pero no paran las cosas ahí, en los corrillos y qué lamentable que así sea, hasta se dice que el mismísimo Corral cohabitaría con Duarte en un cautiverio penal.

Si César Duarte arriba a Chihuahua durante la semana santa, es dable conjeturar no tan solo que hay gato encerrado sino que este se echará a retozar.

Estaremos pendientes velas en ristre y trabajando política y jurídicamente por una desenlace favorable a la vocación anticorrupción que existe en Chihuahua, aunque sea pálida.

1 de abril de 2022.