Jaime García Chávez
Reaccionaron como los perritos de Pavlov. La diputada Leticia Ortega presentó ante el pleno del Congreso local una iniciativa de ley para reformar el Código Penal de la entidad, postulando la despenalización legal del embarazo, siguiendo una tendencia que se abre paso en algunos estados de la Federación mexicana y no se diga en el mundo.
El procedimiento ordinario dicta que se turne a la comisión dictaminadora que corresponda, para su futuro dictamen y posterior debate y decisión. En el caso que me ocupa no fue así, como heridos a los que les ponen ácido en sus llagas, de inmediato todos los integrantes de la fracción parlamentaria del PAN convocaron y concurrieron a una rueda de prensa para expresar su reacción adversa y hacer profesión de fe en favor de Pro Vida, la organización ultraconservadora y fundamentalista, rasgándose las vestiduras, mostrándose no como representantes sino como hombres y mujeres que anteponen sus convicciones personales a un cargo que entraña una representación con responsabilidad.
No es la primera vez que sucede esto, mostrándose la ausencia de compromiso con la democracia y la laicidad que establece para la república la Constitución del país.
El diputado Mario Vázquez Robles llevó la voz cantante en su calidad de pastor de la mayoría albiazul en el Congreso. Aparte de mostrarse en público como un pésimo lector, pronunció tales aberraciones que lo exhiben como ignorante del derecho al comparar, lo que él continúa denominando aborto, con el homicidio y, de paso, condenar la eutanasia, ya que es un defensor de “la vida desde el momento de la concepción” y hasta la muerte natural.
Pasando por alto que dirige al grupo mayoritario, lo que pone una sobrada baraja en sus manos, descalificó inmediatamente una propuesta que merece tratarse con respeto y seriedad, pues no es cualquier cosa.
Sostengo que si así se comporta el líder de la mayoría del cual cuelga el cencerro congresional, cómo estará el rebaño que al balbuceo incoherente de Vázquez Robles sobrevino un estruendoso aplauso. Pero eso es lo de menos, se sabe de cierto que no tiene sentido pedirle peras al olmo.
Sé que este tema divide y confronta, las más de las veces artificialmente porque los representantes de la mala calidad de los panistas (acompañados por vergonzantes priistas) pasan por alto asumir el papel que les corresponde y que no es otro, en las sociedades democráticas, que entender que se pueden tener convicciones personales ancladas en una visión fundamentalista y religiosa, pero a la hora de decidir se han de contemplar, responsablemente, los intereses de una sociedad compleja y plural a la que no se le puede imponer la propia creencia del que va a tomar la decisión, piensan los del PAN que por tratarse de un tema que afecta a la mujer, se le puede tratar como un ser subordinado patriarcalmente.
Parece que el mensaje del 8 de marzo en las calles de Chihuahua no interrumpió la molicie en la campana de cristal en que viven los empoderados priistas y panistas que cohabitan en el Palacio de Gobierno.
A representantes tan fanáticos que recomiendan las vías institucionales por conveniencia, que no les extrañen las respuestas en la calle.
11 de marzo de 2022
A Consulta Publica