La difamación y la calumnia son prácticas endémicas en prácticamente todas las sociedades del planeta. Pero hay una tendencia mundial a borrarlas de los códigos penales como tipos delictivos.

Hace unos días se publicó una opinión que respeto, y que me atribuye la desaparición de estos delitos del catálogo del Código Penal de Chihuahua y que además me asigna el haber operado la reforma penal cuando fui diputado de 2004 a 2007. Esto último es inexacto, no operé esa transformación, fueron otros los encargados de labrarla y sacarla adelante, y que entiendo tiene muchas cosas valiosas. Por otra parte sí promoví la desaparición de esos delitos, porque hay una recomendación progresiva que sustenta y que se abre paso en muchas partes del mundo bajo la orientación de las organizaciones derechohumanistas de la ONU.

La difamación y la calumnia actual, no es efecto de que hayan desaparecido los delitos, que además frecuentemente solo eran empleados impunemente por los poderosos, especialmente por funcionarios públicos.

Es emblemático el caso de la periodista Lidia Cacho en el que la propia ONU hizo una recomendación al respecto y que tengo para mí que fortalece mi vieja propuesta.