En la Edad Media se pensaba que los adversarios que morían en las batallas ascendían al cielo y allá continuaban peleando. Algo de eso pasa aquí en Chihuahua, donde los panistas y los priístas, con diversas máscaras, continúan pugnando por la plaza, y me disculpo por emplear este terminajo como si se tratara de la delincuencia, pues la política aquí está teñida con lo ilícito y antijurídico. 

Así, esa vieja pugna encuentra con ropajes diferentes lo mismo a un Marco Quezada, que a un González Mocken ó un Pérez Cuéllar, y no se diga la gama de duartistas que se han acuerpado lo mismo en el PAN que en MORENA. Aparentemente muertos ayer, en su nuevo mundo siguen peleando. 

Una característica regional de la descomposición del PRI es que no tuvo en Chihuahua las rupturas que sobrevinieron a 1988, al igual que en otras regiones. 

Por eso la vieja leyenda medieval encuentra aquí alguna explicación. En esencia se trata de una lucha entre PRI y PAN, de tal manera que no podemos creer que los líderes que buscan el voto popular merezcan la confianza ciudadana. Bueno, con decirles que hasta Marta Laguette reapareció como candidata a síndica por MORENA, cuando no ha tenido ni capacidad para aclarar los negros negocios inmobiliarios de su muy querido partido.