Con la dificultad que le resulta ser segundo de a bordo y experto en mitos, el cacique mayor se equivocó al llamar a Peña Nieto presidente chabochi. Ballezano y todo, olvidó que chabochi es el diablo de los blancos. De esos blancos que hace algunos siglos redujeron a sangre y fuego la rebelión de los pueblos originarios que poblaban el actual territorio de Chihuahua, sometidos en los términos que recientemente expuso en un brillante artículo el historiador Víctor Orozco. Es suficiente que el chabochi Duarte le diga a los rarámuris que Peña Nieto tiene esa calidad para que en lo más recóndito de nuestras sierras se recele sobre los reales motivos de uno más de los intentos asistencialistas y clientelares que han movido las políticas de gobierno hacia los pueblos indígenas que se debaten en la pobreza extrema. La escenografía, además, contribuyó a darle claridad al discurso del cacique mayor: despliegue militar enorme, atropellos de los miembros del Estado Mayor Presidencial que ahora lastimó hasta a los diputados locales del PRI, que fueron removidos de sus asientos y a la mismísima diva y senadora priísta Lilia Merodio. Los chabochi llegan a nuestras etnias armados hasta los dientes y a ofrecer las ventajas que antaño les llevaron los colonialistas españoles, después los que destruyeron sus comunidades, más adelante quienes los despojaron de sus bosques, minas y tierras; y ahora pretenden hacer de la sierra tarahumara un atractivo turístico de primer mundo, con grandes hoteles, campos de golf y con indígenas lo más lejos posible o convertidos en mexican curious. Todo un desarrollo excluyente, de espaldas a las autonomías que debieran actuar para la defensa real de los intereses de rarámuris, pimas, tepehuanes, guarijíos. Y cuando digo desarrollo excluyente, pienso en desarrollo chabochi, presidente y gobernador chabochi, ni más ni menos.
Como suele suceder en estos casos, hubo muchos taparrabos y mantas nuevas cubriendo cuerpos humanos. Peña Nieto volvió a aparecer en su calidad de Tawa, la vieja e imperial revista sobre un mundo indígena absolutamente maquillado, y desde luego abrigado por quienes llegan para engañar y seguir medrando de un colonialismo que para nuestros pueblos originarios no ha terminado.
Si no se le da curso a un nuevo proyecto de autonomía étnica, hechos como el de ayer, en el corazón mismo de la sierra tarahumara, dentro de un año, cinco, diez o más, vendrán de nuevo los chabochis con sus mentiras. Y es que para ellos sin duda el chabochi es en la dualidad del mito el diablo blanco, el que miente, el que engaña, destruye y depreda.
Es probable que Duarte registre sus derechos de autor sobre la frase “que el cielo bendiga a Peña Nieto”, así sea por lo que resta del sexenio, el de Duarte of course.
Yo, Juan Carlos I, Rey de España…
…de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias (referido a Nápoles y Sicilia), de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Menorca, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano; Rey de Hungría, Dalmacia y Croacia, Duque de Limburgo, Lotaringia, Luxemburgo, Güeldres, Estiria, Carniola, Carintia y Württemberg, Landgrave de Alsacia, Príncipe de Suabia, Conde Palatino de Borgoña, Conde de Artois, Hainaut, Namur, Gorizia, Ferrete y Kyburgo, Marqués de Oristán y Gocíano, Margrave del Sacro Imperio Romano y Burgau, Señor de Salins, Malinas, la Marca Eslovena, Pordenone y Trípoli; Archiduque de Austria; Duque de Borgoña, Brabante, Milán, Atenas y Neopatria; Conde de Habsburgo, Flandes, el Tirol, el Rosellón y Barcelona; Señor de Vizcaya y Molina; Rey Católico (o Su Católica Majestad), Capitán General de las Fuerzas Armadas, de las que ostenta el mando supremo; Soberano Gran Maestre de la Insigne Orden del Toisón de Oro; Gran Maestre de la Real y Distinguida Orden de Carlos III; Gran Maestre de la Real Orden de Isabel la Católica; Gran Maestre de la Orden del Mérito Civil; Gran Maestre de la Orden de Alfonso X el Sabio; Gran Maestre de la Orden de San Raimundo de Peñafort; Gran Maestre de las órdenes militares de Montesa, Alcántara, Calatrava y Santiago, así como de otras órdenes militares menores o condecoraciones de España; Caballero de la Orden de San Javier, la Orden de San Jenaro, la Orden de la Anunciación, la Orden de la Jarretera y Orden del Imperio Británico; Bailío Gran Cruz de Justicia con Collar de la Orden de Constantino y Jorge de Grecia, y Honor y Devoción de la Soberana Orden de Malta; Gran Collar de la Orden de la Reina de Saba (Imperio etíope) y de la Orden de Pahlaví (Imperio de Irán); Gran Cordón de la Suprema Orden del Crisantemo del Estado de Japón; Gran Cruz de la Legión de Honor y de la Orden Nacional del Mérito; Hermano Mayor de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla y de las Reales Maestranzas de caballería de Ronda, Granada, Valencia, Sevilla y Zaragoza; Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España y de otros títulos más, abdico.
Por eso, son mejores las repúblicas.
DAME KORIMA CHABOCHI
Por: Román Corral Sandoval.
“El escritor de Batopilas en el Siglo XXI».
¡Dame kòrima chabochi,
soy un indio tarahumara,
de Guachochi o Carichì,
hijo del Sol y de la Luna,
que me guiaron hasta aquí,
a tu tierra que era mía,
donde soy un extraño para tì,
donde vivo como un paria,
la riqueza no es para mí!
¡Dame kòrima chabochi,
soy un indio tarahumara,
de Uruachi o Matachì,
desde las frías montañas,
llanuras y barrancas,
más allá de Batopilas,
de Urique y Morelos,
he caminado hasta aquí,
a tu tierra que era mía,
donde soy un extraño para tì,
donde vivo como un paria,
sin sonuko, ni munì!
¡Dame kòrima chabochi,
soy un indio tarahumara,
de Moris, Cusihuiriàchi,
desde las altas mesetas,
y praderas extensas,
bajo la luz de las estrellas,
y radiantes lunas llenas,
que no podrás arrebatarme,
para sumirme en las tinieblas,
he caminado hasta aquí,
a tu tierra que era mía,
a «tus» parques naturales,
donde corría libremente,
tras los ágiles venados,
con mis pies descalzos,
entre atajos y veredas!
¡Dame kòrima chabochi,
soy un indio tarahumara,
de Norogachi, Tomochi,
desde lejanos lugares,
de bosques y matorrales,
he llegado hasta aquí,
bajo los rayos solares,
a tu tierra que era mía,
a tus ruidosas ciudades,
antes hermosas regiones,
de mariposas y flores,
donde mi espíritu volaba,
mientras mi cuerpo danzaba,
bajo la música de pascola,
de violín y guitarra,
donde las cabras pastaban,
y volaba el colibrí,
y bellas aves trinaban,
solamente para mí!
¡Dame kòrima chabochi,
soy un indio tarahumara,
soportando crudos inviernos,
y tu fría indiferencia,
he caminado con esfuerzo,
a tu tierra que era mía,
donde soy un extraño para tì,
donde vivo como un paria,
en lo que tú llamas progreso!
¡Dame kòrima chabochi,
soy un indio tarahumara,
desde Creel o Panalachi,
viviendo en la pobreza,
por la miseria de tu alma,
he llegado hasta aquí,
a tu tierra que era mía,
donde vivo como un paria,
con enfermedades, hambrunas,
vistiendo harapos, andrajos,
sin estrellas, soles y lunas!
POEMA A BATOPILAS
Autor: Román Corral.
“El escritor de Batopilas en el Siglo XXI”.
¡Barranca de Batopilas,
paraíso chihuahuense,
tierra de tarahumaras,
una historia que estremece!
¡Mil novecientos setenta,
fecha que tengo presente,
arribé en avioneta,
conocí tu noble gente!
¡Paisaje de intenso verdor,
en tus altas serranías,
anidan amistad, amor,
como bellas melodías!
¡Pájaros multicolores,
concierto de bellos trinos,
fiesta de amaneceres,
música de los caminos!
¡Estos versos que compongo,
yendo por el camino real,
de inspiración yo dispongo,
pues soy maestro rural!
¡Papayas, pitahayas,
los verdes limoneros,
las bellas bugambilias,
estarán en mis recuerdos!
¡HERMANOS TARAHUMARAS!
Autor: Román Corral.
“El escritor de Batopilas en el Siglo XXI”.
¡Hermanos tarahumaras,
gigantes de las sierras,
de llanos y barrancas,
caminantes de las sendas,
de atajos y veredas!
¡Hermanos tarahumaras,
amos de tierras bravías,
danzantes de pascolas,
monótonas melodías,
en noches de lunas llenas,
corredores de lejanías,
de noblezas, valentías!
¡Hermanos tarahumaras,
vencedores de hambrunas,
de males y epidemias,
sin futuro ni fortunas,
en distantes serranías,
desfallecen con las lunas!
¡Hermanos tarahumaras,
iluminen mis tinieblas,
con las fogatas y antorchas,
guiadas por sus almas buenas
los seguiré en veredas,
en caminos de las sierras,
de escarpadas geografías,
como en los lejanos días,
a la luz de las estrellas!
¡Hermanos tarahumaras,
de Urique o Batopilas,
de sierras o barrancas,
sus músicas de pascolas,
de ceremoniosas danzas,
estarán en mis memorias,
como viejas añoranzas,
al ritmo de sus plegarias,
de justicias, esperanzas!