Rebelión en la granja, diría Orwell. La propuesta de elecciones primarias de Javier Corral chocó con pared, como se advierte por los torpedos que han lanzado en su contra desde dentro del PAN de María Eugenia Campos. El primero lo disparó el magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Luis Villegas Montes, caracterizándola de ser “una pendejada”. Hay que reconocerle a este señor que conoce al gobernador desde todos los agujeros, sus madrigueras en las que se hospeda, pues hace mucho tiempo que lo observa; particularmente es de recordarse cuando fue su asesor legislativo en una de las cámaras del Congreso de la Unión al cual Corral es adicto plurinominal.

Luego vino otro directo a la cabeza: Mario Váquez Robles, boca de ganso y no me canso de la señorita María Eugenia Campos, la pretendiente a la candidatura panista, planteó el carácter “envenenado de la iniciativa”; sin decirlo, ve en ella una propuesta anti, con dedicatoria. 

Como jugadores de dominó, ambos críticos buscan ahorcarle a Corral la mula del partido. El PAN, escenario de esta confrontación, se convertirá en la primera aduana para dejar pasar o no el deseo corralista mediante el cual le hace servicio al becario del estado, Gustavo Madero, el firmante de aquel Pacto por México del cual también fue cómplice y apologista Javier Corral. 

A juicio de esta columna, nada de raro tiene que sean deudores de Duarte esos tres personajes: el magistrado, la alcaldesa y su jefe de gabinete. Por tanto, se aplica la regla de que para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo.

La otra aduana estará ubicada en el ciber Congreso, donde no pintan bien los pronósticos reformistas. Javier Corral no entiende que ya las huilotas empezaron a dormir y empollar sus huevos en otros nidos que se encuentran en otros campos.

Total, la reforma palaciega se caerá sola.