El novísimo secretario de Seguridad Pública de Chihuahua, Emilio García Ruiz, sigue sin demostrar que su inteligencia va a llegar algún día. El estado de Chihuahua está bañado en sangre que ahora no está en la agenda primordial y en la visibilidad pública por efectos de la pandemia, pero la violencia no cesa ni los remedios llegan. Es importante todo esto porque de algo muy significativo se debe imponer el funcionario que vino a sepultar a Aparicio Avendaño: el quinquenio si bien se acaba, para fortuna de todos, el próximo octubre de 2021, tiene fecha de caducidad marcada en cuestión de tres o cuatro meses. Por lo tanto, la cuenta regresiva parra que arribe la inteligencia policial a Chihuahua no le da al señor García Ruiz.
En realidad, él escenifica la obra de Becket, Esperando a Godot, por aquello del teatro de lo absurdo.
Por lo pronto, que los policías se cuiden, me refiero a los de abajo, a los de las trincheras, a la infantería que siempre los malos generales sacrifican en la primera batalla, mientras sus jefes se regodean en sus oficinas y saraos.