A veces los priístas me dan lástima. Estoy cierto que se trata de un sentimiento miserable, pero ante personajes como el delegado del CEN del PRI en Chihuahua, Fernando Moreno Peña, nomás lo oigo y la verdad refrendo mi postura inicial, como diría la rana René en una de sus tantas modalidades en el Facebook.

Ante los errores de la administración panista, el priísmo seguramente ya se soba las manos para intentar asaltar el poder el próximo año. Sólo que personajes como Moreno Peña, exgobernador de Colima, vienen a Chihuahua a complicarle la vida a los suyos. Qué bueno para los chihuahuenses dolidos de tanto priísmo corrupto y autoritario, pero qué malo para los pocos políticos de ese partido que vengan a regañarlos, a hacerles bullying, a maltratarlos como niños perdedores de elecciones.

Durante décadas, los delegados del CEN han procurado administrar los cerebros de los políticos locales, usurpándoles la voluntad como fuerza local, aniquilando la política que se hace en casa, arrojando a los de Chihuahua a una dependencia centralista, arcaica pero vigente según sus usos y costumbres, casi remontado a los tiempos del capitis deminutio del Derecho romano, confinándolos a una capacidad en su mínima expresión.

A pesar de la crisis que vive el priísmo hoy, este exgobernador vino a tratarlos como minusválidos políticos, a regañarlos como infantes a través de uno de los peores tutelajes. “No soy niñera”, les dijo el hombre con negro historial en su tierra, mientras el 2018 asoma cada vez más cerca. A ver si para entonces lo aguantan.