Los ciudadanos de Chihuahua deben estar de plácemes y la causa no es para menos: José Luis Barraza González nació y se crió en la ciudad de Delicias y no en Nueva Guínea Occidental, dentro de la tribu korowai. Quiero decir con esto que no está apegado ni a la tradición ni a las costumbres del canibalismo, vale decir, tomar la carne humana como un manjar y nutrirse con ella. Lo anterior viene a cuento porque, tratándose de otro tipo de tradiciones, el aspirante independiente a la gubernatura cumple fielmente con las costumbres y tradiciones que le inculcaron sus mayores, sin apartarse ni un ápice de las ordenanzas que mamó en la familia.

Ayer Barraza González fue entrevistado por Juan Enrique López en su programa vespertino No le cambie. Se habló de rock, de la marca “Chacho”, antros, negocios, mentiras sobre sus beneficios en el FOBAPROA, la página que fundó para este último fin y que es totalmente impertinente; habló también de las firmas de apoyo, de las familias Almeida y Terrazas y otras banalidades propias de quien poco tiene que decir por la supuesta mordaza que se impone por la ley en las precampañas. Ofreció que a su tiempo hablaría. Descreído que soy, lo dudo, y bastante. Vea usted: cuando con tiento, meloso y cauto el periodista pronunció el nombre de César Duarte Jáquez para recibir alguna declaración de relevancia, el empresario-político se limitó a decir: “César Duarte es el gobernador de Chihuahua”, como si tal hecho se desconociera, advirtiendo que a él su padre lo formó en el respeto a la autoridad y a las instituciones, e incluso puso el ejemplo de que allá, en sus años mozos, cuando pronunciaba el simple nombre de algún presidente de la república (digamos, por ejemplo, Díaz Ordaz), era reprendido por su progenitor que lo amonestaba para que dijera de manera completa y solemne: “el señor presidente de la república”, aclarándole que él, ahora aspirante a gobernador, no dormía con la persona a la que se estaba refiriendo sin adosarle el título correspondiente. En esa línea, reiteró su respeto a la autoridad, a la tradición, a los títulos, pero de ninguna manera a lo que se supone una necesaria deliberación de la cosa pública en Chihuahua.

No queda menos que preguntarse el por qué de esta incoherencia: Barraza González dice que va contra los partidos y los políticos –en un lenguaje que sólo anuncia la pretensión de instaurar un fascismo criollo estilo vencedores del desierto–, pero cuando de hablar de César Duarte se trata, él se torna en el señor gobernador y la encarnación viva de una institución. ¿O será coherencia? Al señor, durante la entrevista se le notaron los holanes de su maltrecho traje “independentista”. El poder, me pareció que lo afirmaba, es intocable; más cuando viene de las costumbres y las tradiciones que se le inculcaron por los mayores. En otras palabras, él es heredero de servidumbres, conservador vulgar de sepa. Por eso lo afirmo para beneplácito de Chihuahua: qué bueno que no nació en Nueva Guínea Occidental, en la tribu korowai, porque de haber sido así, seguramente hoy tendría una indigestión terrible por haber devorado algún cuerito en curtido de César Duarte, que ni todo el omeprazol del mundo podría curar.

 

 

Fermín Ordoñez: el porro priísta tras una diputación

Vientos tricolores parecen anunciar que Fermín Ordoñez escalará a una diputación en la próxima legislatura estatal. Cuando menos se le otorgará la candidatura correspondiente, lo que es una bofetada a la sociedad chihuahuense, cuenta habida de que es uno de los agresores a Unión Ciudadana durante los conocidos hechos del 28 de febrero del año pasado, cuando con otros integrantes del PRI, como La Negra Tomasa, violentaron una manifestación ciudadana legítima y pacífica, hoy investigada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el expediente CNDH/2/2015/6207/Q, en la que tarde que temprano se van a emitir las recomendaciones que el derecho y las circunstancias reclaman. En realidad el PRI, así lo demuestra este hecho, se conduce como una mafia al decidir candidaturas, porque lo hace en medio de presiones, pago de facturas y repartos que luego se le pretenden imponer a la sociedad. Pero en fin, cada partido con sus candidatos.