Columna

¿Y si le ganamos la guerra a Estados Unidos?

Lo escuché de un maestro en la Escuela de Leyes de la Universidad de Chihuahua; la primera no era facultad ni la segunda autónoma, cosa de verse. El maestro Francisco Pérez Baños era adusto y diestro declamador de don Eduardo García Máynez, este sí notable jurista y filósofo. Empero, era mucho que el maestro impartiera así su asignatura.

Fue él quien nos narró que durante el mandato del presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) el gobierno no atinaba a dar una solución a la crisis que dejó su predecesor, Miguel Alemán Valdés, corrupto hasta la médula.

Entonces, en la discusión del tema, uno de los colaboradores en el equipo presidencial, secretario de Estado, tuvo a bien recordar el Plan Marshall y la gran inversión norteamericana que lo sustentó, conforme al cual se reconstruyó Europa después de la Segunda Guerra Mundial y que gozaba de un gran prestigio.

Luego de esto, se dice, el secretario propuso, sin más ni más, declararle la guerra a los Estados Unidos, y con la previsible derrota que sufriríamos, se desencadenaría una gran inversión que daría cauce a un gran renacimiento económico, nunca antes visto, que colocaría a México entre los países más avanzados, como había sucedido en Europa. “¡Esa es la pauta!”, dijo.

Otro de los secretarios de Ruiz Cortines, presumiendo sabiduría y pericia, se sumó a la inusitada propuesta, sólo que corregida y aumentada, e inició su consejo al presidente partiendo de una interrogante: “¿Y si ganamos la guerra?”.