Columna

Profesión de déspota en cuatro años, según Pito Pérez

Ahora que parece estar de moda el cinismo que despliegan en sus acciones los políticos en el poder, donde todo mundo habla de un futuro brillante, de transformaciones y de nuevas eras erigidas sobre las cenizas de un supuesto pasado repugnante e indeseable, propio o ajeno, sería bueno recordarles viejas enseñanzas que no conocen temporalidades y han pasado la prueba del ácido.

En ese sentido, hay muchos ejemplos, pero hay uno que, para el caso que me ocupa, proviene de la literatura nacional y vale la pena rescatar de las páginas de La vida inútil de Pito Pérez, del siempre vigente José Rubén Romero.

El famoso libro de José Rubén Romero.

Sentados al borde de la torre del campanario de la iglesia, Pito Pérez le cuenta al poeta que funge como su interlocutor, que está a punto de abandonar el pueblo que tanto quiere, de un México, digo yo, que nunca se ha ido y sólo ha cambiado de manos. 

Esto ocurre luego de una “larga y azarosa borrachera”, por lo que sus parientes y la gente en general quieren descansar de su persona, incluido el presidente municipal, quien le dobló la multa por escandaloso. Eso, o treinta días de prisión. A lo que Pito Pérez respondió, con toda urbanidad: “Pero, señor presidente, ¿qué va usted a hacer con el Pito adentro tantos días?” 

Y como los políticos del pasado se parecen mucho a los actuales, que se mantienen a la defensiva cuando el pueblo les hace reclamaciones, el presidente de aquel pueblo, dice Pito Pérez, le disparó “toda la artillería de su autoridad, condenándome a limpiar el retrete de los presos durante tres noches consecutivas”.

Y he aquí la reflexión del personaje que sugiero al inicio de esta entrega:

“¿No ha observado usted –le dice al poeta– que la profesión de déspota es más fácil que la de médico o la de abogado? Primer año: ciclo de promesas, sonrisas y cortesías para los electores; segundo año: liquidación de viejas amistades para evitar que con su presencia recuerden el pasado, y creación de un Supremo Consejo de Lambiscones; tercer año: curso completo de egolatría y megalomanía; cuarto y ultimo año: preponderancia de la opinión personal y arbitrariedades a toda orquesta. A los cuatro años el título comienza a hacerse odioso, sin que universidad alguna ose revalidarlo.”

Creo que deberían leerlo. Ojalá que Pito Pérez les acomode a esos gobernantes que detentan el poder y les haga reflexionar sobre sus preocupantes acciones.