Durante el año 2007, mientras era diputado ante el Congreso local, presenté una iniciativa para que se crearan los Pactos Civiles de Solidaridad. La derecha, y en este caso algunos diputados del PAN, pusieron el grito en el cielo –en dónde más– invocando textos pontificios. Ahora el Papa Francisco los ha propuesto para sorpresa de todos los que medran de una agenda reaccionaria o conservadora. Cuando publiqué el texto de la iniciativa dije: 

“Una sociedad democrática moderna se sustenta en la vigencia de los derechos humanos tales como: la libertad de cultos, la libertad de pensamiento, opinión y la de asociación; así como en el respeto pleno a las personas en situación de diferencia social por su condición de género, pluralidad cultural, étnica, orientaciones sexuales, apariencia física, discapacidad o estado de salud, entre otras. En nuestro país ningún grupo puede imponer sus creencias y prejuicios por encima de los principios constitucionales que norman la convivencia social.

En ese sentido, un proyecto de ley debe estar acorde con los cambios socioculturales ocurridos a fines del siglo pasado y principios de éste a nivel mundial y nacional. El Estado, sus instituciones y sus leyes tienen que adecuarse a las nuevas formas de relaciones familiares y de convivencia, independientemente de los lazos de parentesco que unan a las personas.

En México ya se aprobaron leyes para regular la normatividad de las sociedades de convivencia y las sociedades de solidaridad en dos estados: el Distrito Federal y Coahuila, por lo que consideramos que la iniciativa que se presenta responde a esa exigencia social de legislar la convivencia de aquellas personas que en los hechos ya han decidido formar un hogar común, independientemente de sus lazos de parentesco. En nuestro estado ha habido reformas legislativas importantes en lo que va de este siglo como las reformas al Código Civil en materia de violencia intrafamiliar en 2001, la reciente reforma Procesal Penal Integral, y de suma importancia la tipificación de la discriminación como delito en el flamante Código Penal, entre otras, por lo que consideramos que nuestro estado no se puede quedar rezagado en esta materia de reconocer esos cambios legislativos necesarios para la convivencia social y comunitaria”. 

No digo que el Papa nos ha dado la razón, sería una desmesura y falta de respeto; lo que sí afirmo ahora es que esa misma derecha se jala los cabellos y se tira al piso con el “Pin Parental”, carecen de argumentos acordes a una sociedad laica y democrática. Y digo más, esa derecha no nada más está en el PAN, sino también en el PRI y otros partiduchos que enrarecen el ambiente. 

No hay de otra, hay que seguir remando por lo mejor de nuestra herencia liberal e ilustrada. Que otros huelan a incienso y a cera, pero que no quieran que esos aromas nos impregnen a todos.