No armó la tremolina en Madrid y ya va para Washington a conversar con el embajador mexicano Esteban Moctezuma. Seguramente tocará base en USAID, por convicción ideológica.

Un fenómeno político que se ha observado a lo largo de los últimos lustros es que los gobernadores se brincan la jefatura de Estado de la República, depositada en el presidente de la República y en su cancillería, para lanzarse a reuniones bilaterales con gobiernos y potencias extranjeras. A la postre esto alimenta la balcanización del país, aunque circunstancialmente sirva para labores de promoción y por lo general paseíllos y vacaciones que no le abonan nada a eso que se llama el buen gobierno.

Con el futuro viaje a Washington, Maru suma ya dos salidas del país en menos de seis meses. Tengo para mí que ambas salidas no tienen otro propósito que una pretensión de notoriedad, obviamente para seguir en el baile del poder partidocrático y corrompido.

Seguramente los apologistas de la gobernadora llegarán a decir que fue a aconsejar y acordar el conflicto de Ucrania, pues no pierden la ocasión de elevar el tono y cargar las tintas tratándose de elogios y lambisconerías.

No me resulta extraño que hay conexiones muy importantes en la frontera México norteamericana. Ha merecido estudios rigurosos la californiana y mucho menos la nuestra con Texas, un estado conservador a diferencia de aquel otro.

La realidad es que el viaje a Washington difícilmente redundará en algún beneficio y se apuntará el evento en una más de esas visitas que nos ponen en el aparador de una crisis de representación que afecta al Estado mexicano.

Pero, a la vez, la propicia el muy precario manejo de la política exterior de López Obrador, que ha ninguneado a su canciller que sabe tragar sapos. Y como la política exterior, se afirma, pues la interior se considera el factor principal, es dable pensar que los gobernadores canten la canción Tengo una muñeca vestida de azul de Monserrat Del Amo al irse al exterior por sus propios fueros. Pues hasta acá se oyen los cánticos en los que se distingue la letra “brinca la tablita que yo ya la brinqué, bríncala de nuevo que ya me cansé”.

Pobre estado, pobre país.