Los trabajadores asalariados requieren ahora, como nunca, generar su propia alternativa para construir la libertad sindical que requieren para la propia gestión económica y política de sus intereses, por una parte; por la otra, hacerlo de manera autónoma dejando los viejos moldes del corporativismo que tan acendrado está en nuestro país. 

Está en crisis el paradigma de que los empresarios representan la alternativa de futuro como se ha hecho creer por todos los medios. A final de cuentas los de gran tamaño tienen sus propios intereses y son una parcialidad de la sociedad que hasta ahora les ha tocado jugar el rol que les da el privilegio y particularmente la orientación que este ha tenido en el ciclo neoliberal que ha entrado en crisis en el mundo entero. Crisis no exenta de riesgos y conflictos agudos. 

Las reformas que se han realizado a la diversidad de leyes que tienen que ver con el mundo del trabajo aquí en México, se han confeccionado con una característica: la ausencia de los propios trabajadores. Desde arriba se impone y se piensa que los que están en la parte baja de la escalera tan sólo deben obedecer. 

La acompasada transición a la democracia, hoy con contornos de riesgo, no ha ofrecido alternativas al mundo del trabajo asalariado. De hecho se vive una profunda precarización de los derechos, evidenciada por la falta de una autonomía sindical ursupada por líderes desplazados y por la más extrema violación a los derechos constitucionales establecidos. Baste un ejemplo: en este país nadie respeta la jornada laboral de ocho horas y nadie, o muy pocos, responden al pago del trabajo extraordinario. Bajo la consigna facciosa y expoliante de que hay que “ponerse la camiseta”, se explota de manera brutal. 

Es indispensable autogestionar por los trabajadores nuevas formas de organización, es todo un callejón tratar de reconstruir artificiosamente el antiguo aparato de los charros. Cuando así suceda, a lo sumo los politicastros y los líderes venales estarán sustituyendo, con todas las deficiencias históricas, a figuras del corte de Fidel Velázquez o Jorge Doroteo Zapata. 

Al respecto extraña que la izquierda, antes empeñada en buscar la gran alianza con la clase obrera, ahora duerma en la tranquilidad que le da usufructuar puestos de gobierno con su respectivo anclaje en la nómina. 

Estamos frente a un mundo de oportunidades para recuperar la vida del país.