Origen es destino. Para nadie es un secreto que dentro del manojo de raíces del PAN están las simpatías por el pensamiento político de la derecha, compuesto por un abigarrado mosaico de expresiones que van del fascismo al nazismo y al ultranacionalismo de Acción Francesa de Charles Maurras.

A esto se suma la adhesión sin más al esquema neoliberal que el partido azul adoptó en los últimos 40 años.

Esto se recuerda porque está en México Santiago Abascal, el jefe de VOX, el partido ultraderechista español, que huele a franquismo y a un anticomunismo trasnochado, por decir lo menos.

Anda buscando adhesiones para combatir al populismo y al comunismo, con un pensamiento cuya desembocadura no puede ser otra que la intolerancia, preconizar el exterminio de los adversarios y todo aquello que nos recuerda no nada más la Guerra Civil Española, desatada por el golpe contra la Segunda República, sino el drama a que llevó un nacionalismo y antisemitismo prácticamente condenados por lo mejor de la humanidad en todos sus aspectos de creación para elevar el espíritu humano.

Aquí han cosechado algunas adhesiones, centralmente en el PAN, pero también hay priístas que nada se distinguen de la ultraderecha.

En Chihuahua, no tengo la menor duda, tanto María Eugenia Campos Galván, como Marco Bonilla, pertenecen íntegramente y de corazón a VOX. Eso nos debe llevar a levantar la mira y saber en qué terreno estamos parados.

Volveré sobre el tema.