Noviembre de 2008
Ediciones Del Azar / Colección Golpe de Dados
Chihuahua. 566 pp.
El periodista o el ensayista que toman la trinchera de la contradicciòn escriben una crónica realista paralela a las apologías y a las pretendidas buenas noticias emitidas por quienes deciden producir o reproducir la retórica gubernamental. Retórica en la que difícilmente puede encontrarse identidad o sentido de pertenencia. Retórica que provoca un enorme vacío: el de la alienación y de la ausencia. Retórica en la que habitamos como fantasmas privados de la experiencia vital. Por el contrario, en este libro recuperamos presencia, con todos los buenos y malos sentimientos que esto implica, para ser partícipes de nuestra vida social y política.
Para transitar por ese pedregoso camino el lector enfrentará en este libro el ejercicio de un heraldo negro: un portador de malas noticias, un inquisidor de los malos rumbos, un crìtico implacable. En forma muy contraria a lo que se pudiera pensar, este no es un recuento pesimista. Está claro que la crítica del status quo, como constante apelación a la inteligencia y a la libertad de decidir accediendo a la mayor información posible, es producto de un profundo optimismo y entusiasmo, en el sentido literal del término. La crítica alimenta nuestra convicción de que las cosas pueden ser mejores de lo que son y, por lo tanto, nos invita a no ceder a la tentaciòn de conformarnos. Cuando alguien pierde este entusiasmo en una sociedad mejor, simplemente calla: para qué afanarse si estamos bien como estamos, si no podemos obtener nada, si la paz sustituye a la justicia -y ¿si se pierde la paz y no se halla justicia?-. El conformismo, los discursos apologéticos y el silencio son las verdaderas muestras de pesimismo. Escribir en contra, con una dosis inteligente de mala leche, es asumir el oficio periodístico de Don Daniel Cossío Villegas. Es entender que la resignación no es un oficio humano y que el ejercicio de la razón para modificar las circunstancias adversas sí lo es. Significa retar a quienes deciden, dando una voz fuerte fuerte y profunda a quienes no deciden.
Por ello, no sería extraño que el lector encuentre en estas líneas sus propios descontentos, furias y, al final, su propia esperanza. En este libro Jaime García Chávez nos entrega una buena cantidad de mala leche, un testimonio crítico de nuestro Chihuahua, endereza sus dardos contra quienes deciden y ejerce la representación simbólica de un conjunto de chihuahuenses que parece que callamos y nos confiormamos. Ojalá este encuentro nos convenza de que debemos alzar la voz, y bien fuerte.