Quienes han estudiado las tradiciones de las luchas políticas de los países, suelen encontrarse con vetas que lo mismo sirven para afirmar un origen con cierto espíritu revolucionario, que para acreditar justamente lo contrario desde un terreno más conservador, e incluso afecto a lo que podemos calificar como “reacción política”.

Con esto quiero decir que en este tema únicamente nos podemos mover sobre arenas movedizas y nunca sobre un territorio firme que dé cimiento a una u otra versión.

Con motivo de la reciente lucha en defensa de la educación pública, la rectoría del Estado en materia educativa y el reparto de los libros de texto gratuitos, se demostró, así fuese coyunturalmente, que el estado de Chihuahua no es el bastión conservador del PAN, sitio donde siempre esté con la fortaleza de decir la última palabra.

María Eugenia Campos Galván, en su calidad de gobernadora del estado de Chihuahua, inició una controversia constitucional ante la Suprema Corte para obstruir el reparto de los libros de texto, y lanzar al conservadurismo nacional una iniciativa que pensó le dejaría grandes dividendos, ostentando un liderazgo sólidamente cimentado en la sociedad local. Así lo pensó, pero se llevó un frentazo por el contrapeso que ejerció la propia Corte al truncar el expediente que abrió.

Cuando eso sucedió, su política tomó el sesgo del revanchismo, y lo que no pudo hacer por vía directa, lo intentó a través de interpósitas agencias, de filiación ostensiblemente de derecha, como un gremio empresarial reaccionario y la Unión de Padres que lejos, muy lejos, está de representar la generalidad chihuahuense.

Aquí se extrae una primera lección: un gobierno de estado puede, por razones de partido y por convicciones personales de quienes lo encabezan, querer imponerse, pero cuenta con un contrapeso que le puede decir que no, como en este caso, poniendo en entredicho la simulación de que sus formas de pensar se apegan y tienen hondas raíces en el pueblo, y que cuando se intentó por otro medios lograr el mismo fin, despertó una oposición de otro corte, liberal, histórico y sindical, que le produjo al gobierno chihuahuense otro descalabro.

Me explico. La ya añeja lucha por una educación pública con un proyecto laico, revivió en el espíritu de los oponentes al gobierno de Campos Galván. Pero no sólo, el sindicato magisterial, de última hora, y también por una vieja raíz que entró en juego, hubo de asumir su papel y recurrir a su arma poderosa, que es el paro de labores, cuando se transgreden agendas de interés social de primer orden.

Antes de una y otra circunstancia, es pertinente destacar que la oposición contra la decisión del gobierno ya había iniciado desde otro ámbito depositado en maestros, padres y madres de familia, estudiantes, intelectuales, demócratas, con y sin partido, que levantaron banderas y se manifestaron públicamente, tocando las implicaciones históricas y de perspectiva política que se involucraron en el afán de Campos Galván de oponer resistencia en un tema muy sensible, como es la educación.

Docentes, padres y madres de familia sacaron libros de bodegas en Madera para entregarlos.

¿Quiere esto decir, me pregunto, que Chihuahua empieza a salir de la órbita del panismo (ha contado con tres gubernaturas y varias alcaldías principales) y por tanto de esta añeja expresión del conservadurismo y la derecha? Simplemente sostengo que algo se movió y que se puede empezar a marchar en una dirección diferente, pero ya no sólo desde una propuesta o un deseo, sino de un conjunto de hechos que demuestran que es posible un camino nuevo para Chihuahua, en el que los sindicatos pueden jugar un papel que hasta ahora se les había vedado o prohibido.

Ciertamente el estado ha sido un bastión electoral del PAN, pero la izquierda en diversos momentos ha tenido un crecimiento nada despreciable, y durante la elección de 2018 perdió espacios tradicionalmente fuertes, como es el caso del municipio de Juárez.

Cierto es que MORENA no representa una expresión de la izquierda democrática, que sería, como proyecto amplio, el llamado a hacer presencia en Chihuahua para un nuevo curso. Eso todavía no está, pero lo que ya tenemos en presencia es que el desafío que lanzó la gobernadora con su controversia, que luego continuó por otros medios, fue arrinconada porque se pusieron en movimiento otras formas y expresiones de lucha social, sindical y cultural, que no habíamos visto hasta ahora en escena. Y eso es alentador.