Columna

La industria del optimismo en los informes de gobierno

La esperanza banalizada que propone el panismo de hoy no es más que una bien camuflada amenaza y temor encubierto: todo lo “bueno” que he construido no será posible en el futuro si no nos sigues dando tu voto para que nos mantengamos en el poder y, de paso, sostengas nuestras particulares carreras políticas.

En el mensaje detrás de los discursos “optimistas” de Marco Bonilla y de su madrina política, Maru Campos, hay una necesidad perversa por mantener el estado de cosas, negando una realidad a ojos vistas. Bonilla sale a cuadro en la televisión diciendo que ha invertido quién sabe cuantos millones para iluminar la ciudad, pero cualquier ciudadano de a pie puede constatar, ahora mismo, que aquellas palabras no se corresponden con los hechos. Avenidas principales lucen oscuras, con baches que revelan la mala calidad del pavimento y no aguantan las lluvias que, por otro lado, desnudan las eternas deficiencias en el drenaje pluvial.

Lo mismo ocurre cuando hablan de que ya bajó la inseguridad. Seguramente se refieren, en el plano de la manipulación estadística, que si ayer hubo 20 asesinatos y hoy sólo se han registrado 19, pues no hay duda de que es una cifra más baja. Pero el el crimen ahí está, con cifras que no son pocas y no se ha ido a ningún lugar, como ha deseado la gobernadora y a cuyos integrantes ha llamado “cucarachas” en ciertas ocasiones.

Es una actitud triunfalista que se repite cada año y no es privativo del panduartistmo chihuahuense, sino de muchos gobernantes a lo largo y ancho de país, incluido el presidente de la república, quien no sólo no ha podido cumplir sus promesas sino que ha actuado conscientemente en contra de ellas. Es decir, ha faltado a su palabra.

A estas formas de optimismo, en las que por cierto contribuyen munificentemente muchos medios de información, también son apoyadas oportunistamente por la iglesia católica, por políticos de viejo cuño priista y, por supuesto, los socios capitalistas de los gobiernos que se ubican en la iniciativa privada.

Por lo pronto, en esta coyuntura y ante la realidad innegable, quienes quieran ver el vaso medio lleno para intercambiarlo por votos, allá ellos.