De la contestación que da José Ramón López Beltrán, el hijo del presidente de la república, me llamó la atención que diga -evadiendo toda respuesta de fondo- que es un “ciudadano privado”. Hay en ese par de palabras una contradicción en los términos. Cierto que es ciudadano y también cierto que tiene su ámbito privado, como todos los mexicanos que nos colocamos en la hipótesis constitucional a partir de los 18 años y cuando no se da ninguna circunstancia formal y legal que prive de la ciudadanía, en particular.

Tengo para mí que la ciudadanía es un concepto de derecho político y preponderantemente público, acrecentado por la característica de filiación con su padre el titular del Poder Ejecutivo de la Unión.

En este sentido, si él escolta su declaración asumiéndose como ciudadano debiera aclarar a plenitud el escándalo en el que está envuelto y que le ha causado gran daño a su padre. Como ciudadano, insisto, debiera someterse a los tribunales competentes para que se aclare, dirima y se diga la verdad legal. No hay de otra.