Periodísticamente esta entrega está fuera de su tiempo. Pero es lo de menos ahora por la  trascendencia del hecho que comentaré, y al que los medios locales no le prestaron la debida atención que merece, a mi juicio.

La legislatura local, que forma parte integrante del poder reformador de la Constitución General de la República y al que el maestro Felipe Tena Ramírez denominó Constituyente Permanente, aprobó que la Guardia Nacional pasara a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, además lo hizo cuando ya no tenía importancia.

En el acto que por un eufemismo denomino legislativo se dieron la mano los diputados de MORENA y los del PAN. Se olvidaron estos últimos de su posición oficial, de la congruencia con los principios civilistas que les labró el padre fundador Manuel Gómez Morín, muy alabado pero poco acatado. 

Que la legislatura chihuahuense haya sancionado la reforma que corona la militarización del país, es un despropósito desde el ángulo que se le quiera ver desde el balcón propiamente chihuahuense. 

Cómo olvidar la dolorosa experiencia que sufrió Chihuahua a manos del Ejército durante la guerra calderonista y el cobijo que se le dio al general Felipe de Jesús Espitia Hernández para bañarlo de impunidad, pues le sirvió mucho el fuero militar que continúa incólume. Entonces contó con la complacencia y colaboración de la procuradora general  de justicia del estado durante el gobierno de José Reyes Baeza Terrazas, hablo de Patricia González, que presume de ser una renovadora del Derecho Penal.

Aquí en Chihuahua y no niego también que en otras partes del país  sabemos bien lo que sucede cuando se le entregan tareas civiles de policía a las fuerzas castrenses. Es una historia que está por documentarse y en la que estará presente lo mismo la limpieza social que se cebó con los más pobres, homicidios, ejecuciones, privaciones ilegales de la libertad, desapariciones forzadas, fosas clandestinas, detenidos en instalaciones militares o cuarteles y, lo más grave: a la postre, el crimen organizado y el narco siguen tan orondos y más fuertes que nunca.

Bastaría que todos estos diputados recordaran el caso Alvarado, acaecido en el municipio de Buenaventura, Chihuahua que alcanzó una alta sentencia de La Corte Interamericana de Derechos Humanos en noviembre de 2018 y que reprochó al Estado mexicano el comportamiento militar, aquí el link de la importante resolución que a los diputados les pasó de noche, https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_370_esp.pdf.

En particular, los diputados morenistas que han fumado muchas pipas del opio de la historia, que se asumen manufactureros de la misma, en este caso particular se olvidaron de hechos tan duros, y de la musa Clío. Todo fue por cumplir con un regalo.

De los diputados del PAN no me extrañan sus votos, formados en una religión que hace de los castigos y la mortificación lo fundamental, lógico es que siempre se decanten en favor de gobiernos y Estados represivos. Eso en el fondo ideológico, en el realismo político vimos dos cosas en escena: sus diputados fueron instruidos por la gobernadora Maru Campos para votar en ese sentido, por una parte;  por la otra, está claro que algo debía llevar entre sus manos para agradarle a la presidenta de la república y así hacer ostensible que la militarización la aprueban desde diversos signos partidarios, entre ellos la muy vergonzosa y cínica del gobernador de Durango.

Con legislaturas así es más que remoto esperar que se defienda la autonomía interior del estado. El entreguismo llegó al extremo por una razón netamente oportunista y  los miligramos de autoridad moral se disolvieron para siempre. La legislatura le dio la espalda a la población, a la ciudadanía y a los derechos humanos y su progresividad.

Cuánta razón tenía el poeta Octavio Paz cuando, expuso, cito libremente, que en secreto los teólogos y los verdugos intercambian los matices de su siniestra acción.

Los legisladores se vieron pequeños. Y es que esa es su talla.