Columna

El crimen del candidato presidencial de Ecuador nos afecta

El candidato presidencial de Ecuador, Fernando Villavicencio, fue asesinado ayer en la ciudad de Quito. Se informa que hubo un poco menos de diez heridos de bala en el trágico evento.

Es un hecho más que lamentable porque conecta delincuencia y política hasta el extremo de llegar al homicidio para quitar de en medio al que seguramente era un personaje incómodo.

Las primeras versiones hablan de que hacia la elección de fines de agosto sus expectativas de triunfo eran escasas, por tener un 10 por ciento de intención de votos en su favor, lo que lo hacía un candidato poco competitivo.

Empero, hay algunos aspectos que no se deben perder de vista: la forma en que es asesinado: a tiros, luego de un acto proselitista, y por sicarios que se movían en una motocicleta, lo que nos hace recordar la Colombia de Pablo Escobar.

El candidato ahora víctima, era de profesión periodista, opositor, líder anticorrupción y crítico de esa mezcla que ya marca tendencia de vincular como coludidos al poder político y a los delincuentes organizados, en una dimensión mundial que ya no reconoce fronteras nacionales.

El candidato criticó en el despliegue de sus actividades, a los cárteles mexicanos Jalisco Nuevo Generación y al de Sinaloa, principalmente a este último por señalar por su alias a uno de sus agentes, por mantener un ambiente de violencia en la disputa del territorio entre ellos y contra la mafia albanesa, que desde el Mar Adriático en el Mediterráneo, extiende sus tentáculos hasta esa región de Sudamérica.

Ecuador está en la ruta de la cocaína cuyo trasiego se realiza por el Pacífico hacia las costas mexicanas del estado de Chiapas. Además, es significativo que el propio Villavicencio haya hecho explícitas las amenazas, lo que lleva a concluir que esa república ha pasado a ser escenario de la droga y el crimen, y en esta vorágine afecta a México.

En medio de la conmoción, también se tilda al crimen como perpetrado por el presidente Guillermo Lasso, a quien la familia le imputa el homicidio. Es de lamentar que este suceso, aparentemente distante, en realidad nos concierne de manera directa y está llamado a que se esclarezca a fondo, sobre todo ante la inminencia del proceso electoral en México.

Es mucho lo que está en juego y muchos los riesgos que estamos corriendo, como para seguir sosteniendo que el pueblo cuida a sus gobernantes. ¡Cuidado!